La Universidad Tecnológica Equinoccial analizó el contenido de dos botellas de agua adquiridas en Quito, en las que no se encontró microplásticos. Estéfano Dávila Ferri / EL COMERCIO
Un estudio de la Universidad Estatal de Nueva York, en Fredonia (EE.UU.), destapó la controversia con respecto al agua embotellada.
Luego de analizar 250 botellas de diferentes marcas en nueve países, se detectaron que existían microplásticos en el 93% de las muestras analizadas. Según un reporte de la Agencia France-Presse, entre los restos de plásticos encontraron partículas de polipropileno, nailon y tereftalato de polietileno (PET), usado para hacer tapas de botellas.
En promedio, los investigadores encontraron en las botellas de un litro de agua 10,4 partículas de una medida cercana a los 0,10 milímetros. Las partículas más pequeñas eran más abundantes: 314,6 por litro de agua de media. El estudio fue dirigido por Sherri Mason, profesora de la Universidad Estatal de Nueva York, y directora del departamento de Ciencias Ambientales y de Geología de esa universidad.
El estudio, que fue publicado en la plataforma periodística Orb Media, todavía no ha sido publicado en ninguna revista científica. Mason ha indicado que es probable que estos microplásticos provengan de los procesos de embotellamiento, y que la mayor parte provienen de la misma botella y de su tapón.
No obstante, se desconoce el alcance de los riesgos que representan estas partículas para la salud humana. La Asociación Internacional de Agua Embotellada consideró que este estudio “no se apoya en una ciencia confiable” y no ha sido revisado por pares, lo que es una práctica habitual en el campo de las publicaciones científicas.
César Paz y Miño, director del Centro de Investigación Genética y Genómica de la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE), asegura que dentro de las investigaciones que realizan en los laboratorios de la universidad se utilizan frascos plásticos de polipropileno, debido a que no afectan a la integridad de las células cuando son analizadas en el laboratorio.
“El polipropileno fue hecho justo para evitar que dañe a lo vivo: a los cultivos y más. Pero no sabemos exactamente qué pueda provocar dentro del cuerpo humano. Al final un plástico es un derivado de hidrocarburo, y los hidrocarburos sí sabemos que producen problemas en el microorganismo”.
Paz y Miño asegura que en la literatura científica no hay registros del polipropileno como riesgo. “Más bien todos usan polipropileno para hacer los estudios, para hacer los cultivos de células, porque el polipropileno me es seguro para no contaminar las muestras con lo que otros tipos de plásticos contaminan”, dice.
La UTE realizó pruebas con dos marcas de agua embotellada recogidas en Quito. Para el análisis, tiñeron el agua con una sustancia fluorescente y la probaron con equipos para fluorescencia. Tras esta prueba, no se detectó la presencia de polipropileno en el agua. “Al menos parece que estamos tomando agua que no tiene estas partículas de polipropileno; pero este estudio internacional sí es un llamado de atención de que algo está pasando con el plástico”, concluye el investigador Paz y Miño.
Entre las razones por las que este tipo de microplásticos podría llegar al agua embotellada se encuentra el posible desgaste del material con el que las botellas están construidas.
Víctor Arias, docente de la carrera de Ingeniería Ambiental y Manejo de Riesgos Naturales de la UTE, lo explica: “El plástico PET, que es uno de los más comunes, tiene una cierta estructura que le permite tener una estabilidad; pero esa estabilidad va a depender del tipo de uso que se le dé”.
Arias pone como ejemplo la temperatura del agua. Colocar agua caliente dentro de una botella plástica, o congelar una botella de agua hecha de plástico, puede cambiar las propiedades físicas del contenedor.
“Al bajar la temperatura, los materiales plásticos se cristalizan, entonces la posibilidad de que se quiebre ese material cristalizado existe; con la temperatura elevada, el plástico se puede ablandar, y el desprendimiento de material es una posibilidad”, concluye Arias.