Los cuencanos Eduardo Heredia y Diego Rodríguez tienen los mismos hábitos en sus hogares: se levantan temprano y preparan el desayuno para su familia.
Heredia, de 47 años, está casado desde hace 19 con Karina Zabala, de 38. Al principio, ella se encargaba de todas las tareas porque no trabajaba y tenía tiempo, pero eso cambió a los seis meses, cuando consiguió un empleo y optaron por dividir responsabilidades. “No era justo que ella haga todo”.
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Para María Emilia, de 18 años, Mateo, de 17, y Ana Liz, de 11, es usual que su progenitor, quien es baterista del grupo de rock Sobrepeso, les sirva el desayuno y vaya al supermercado. Esta pareja también comparte el tiempo en su inmobiliaria.
Según Aída Martínez, terapista del Centro Cristiano de Cuenca, es vital que cada uno tenga su responsabilidad, como el arreglo de la casa o el cuidado de los hijos, porque de lo contrario habrá mujeres agotadas y estresadas. “Eso provoca enojos y un mal entorno familiar”.
Zabala fija su mirada en su esposo como una suerte de coqueteo y dice que él tiene habilidad para la cocina, a diferencia de ella. “No solo aprendimos a compartir sino a llegar a acuerdos y ceder”. Con qué familia pasar una celebración eran parte de sus discusiones.
Para Martínez, uno de los principales problemas de pareja es el egoísmo porque hombres y mujeres piensan en su bienestar individual y no como un matrimonio.
La práctica de compartir tareas ocurre más en parejas que se acercan a los 30 años y de clase media y media-alta, señala Martínez. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la edad promedio para contraer matrimonio en el Ecuador es de 31 años para los hombres y 30 para las mujeres.
Los esposos Diego Rodríguez y Daniela García desde que eran novios pensaban en dividir las tareas del hogar con miras al futuro. Tienen un hijo de 4 años y Daniela dará a luz al segundo en abril.
Esta guayaquileña, de 30 años, se casó hace cinco y recuerda que se crío en un hogar machista donde la única que hacía las tareas era su madre y solo ella cuidaba de los hijos. Eso también le ocurrió a su cónyuge, por lo que no querían repetir la historia. “Nuestros padres preferían trabajar mucho tiempo o pasar fuera de la casa”, señala Rodríguez.
Ellos viven en el último piso de un edificio del Centro Histórico de Cuenca. Allí, Rodríguez se encarga de lavar los platos y preparar a diario los desayunos. Mientras que García limpia la casa y lava la ropa.
Estos esposos, que trabajan en empresas privadas, no dejan de reír y recordar su época de enamorados y cuando se conocieron en una fiesta. Cuentan que lo más difícil fue aprender a distribuir bien el dinero y compartir los gastos.
Para el psicólogo clínico Diego Álvarez, el matrimonio tiene normas y reglas y el compartir las tareas refleja que las parejas están abiertas a eliminar el machismo que está arraigado en el país y América Latina, principalmente.
“Hacer las labores del hogar juntos permite que sientan el sabor de vivir en pareja y que contribuya a la armonía”, dice el experto. Según él, sin ser la única causa ni la principal, el exceso de carga para él o ella puede ocasionar una separación. En el 2012 hubo 57 753 matrimonios y 20 299 divorcios, de acuerdo con los registros del INEC.
Heredia y Zabala comparten hasta el cuidado de las plantas y del jardín de su casa, ubicada en el sector de Puertas del Sol. Esta pareja reconoce que esa decisión y el diálogo han logrado que sus peleas duren pocas horas y no semanas, como ocurría antes.
Rodríguez y García piensan lo mismo y aseguran que lo más difícil fue llegar a un acuerdo de quién hace una tarea que consideran fastidiosa, como comprar el cilindro de gas. Viven en el quinto piso.
Pero el sacerdote Paúl Jara, quien es consejero familiar, dice que en un matrimonio no solo basta compartir el aseo de la casa o el cuidado de los hijos sino que se debe pensar en el amor. “Porque puede pasar que solo exista una buena distribución de actividades”, enfatiza.
Para él, es importante no olvidarse de la pareja sentimentalmente, “porque si el esposo o la esposa no pueden ayudar por un accidente o una enfermedad seguirán unidos por el amor”.
Jara conoce a varias parejas que comparten responsabilidades, pero no están bien porque cayeron en la rutina y no tienen la parte espiritual para perdonar. “Estos tres ejes son principales en una relación” Otro problema, señala Jara, es que los esposos no se dan un tiempo para distraerse. “Las mujeres tienden a dejar en un segundo plano a sus maridos”.
En contexto. Los esposos jóvenes se interesan más por ayudar a sus parejas en las responsabilidades del hogar y mejorar sus relaciones afectivas. De acuerdo con los expertos, ocurre más en las personas que pasan de los 28 años y de clase media y de la media-alta.
No olvidar
- El apoyo en pareja es vital para dar seguridad. Ser cómplices y contarse las cosas positivas y negativas que pasan.
- Es vital que existan detalles como una frase de amor, una carta o regalo que sorprenda. Eso ayuda a la relación.
- Tomar decisiones en pareja permite mantenerse juntos. Es importante que como personas tengan espacio e independencia.
- El sexo en el matrimonio es fundamental. Los expertos aconsejan encuentros íntimos diferentes y citas románticas.