Esmeraldas: Afros y montuvios cuidan Mompiche

Los guías nativos acompañan a los extranjeros a lo largo de los bosques. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO

Los guías nativos acompañan a los extranjeros a lo largo de los bosques. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO

Los guías nativos acompañan a los extranjeros a lo largo de los bosques. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO

El sonido de los monos aulladores da la bienvenida a los turistas que se adentran en la espesa vegetación del recinto Mompiche, parroquia Bolívar, cantón Muisne, al sur de la provincia de Esmeraldas.

Sobre árboles de hasta 30 metros de altura se pasean con sus crías pegadas en el pecho y la espalda, mientras saltan de rama en rama, alimentándose de los frutos que están alrededor de un bosque privado.

La algarabía de los primates se confunde con el canto de las aves y el sonido producido por tucanes, que descansan sobre gruesas ramas de árboles de moral, laurel y otras especies arbóreas, que datan de hace más de medio siglo.

Por la copa de los macizos ingresan pequeños rayos de sol que evaporan la humedad del bosque, atravesado por el estero La Cotona, que irriga una ruta ecoturística de unos 8 km, y que se recorre en tres horas.

En Mompiche, desde hace cinco años, un grupo de habitantes nativos decidieron destinar cerca de 1 000 hectáreas de bosque para la conservación, y alternar la actividad turística de la playa con turismo ecológico.

La travesía ecoturística está acompañada de historias de los habitantes de Mompiche que cuentan con un subregistro de la presencia indígena en la zona, por la presencia de restos arqueológicos que se divisan en la playa.

Pero también se habla del encallamiento de un barco con esclavos negros en la playa de Portete, en 1553, hace 464 años, en el que estaba Alonso de Illescas, quien lideró la huida adentrándose en la selva muisneña.

Los dueños de estas áreas son nativos de la zona dedicados al cultivo de cacao, árboles frutales como mandarina, guayaba, cocos, plátano, que decidieron mantener los árboles maderables con fines de conservación.

Ramón Cotera es natural de Mompiche y tiene bajo conservación 12 de 16 hectáreas de su propiedad. Ahí ha dejado árboles nativos de la zona como la tagua y el árbol de caucho, que son los principales atractivos para los turistas.

El territorio de Cotera ha servido como proyecto piloto para la conservación del bosque húmedo-tropical, y aunque no está dentro de la Reserva Mache Chindul, entre los habitantes de Mompiche se desarrolla el concepto del cuidado del ecosistema bosque.

Una de las acciones entre los dueños es reducir la caza de animales como la tatabra, venado, conejo, armadillo y guanta. Antes se cazaba para la alimentación de las familias que habitaban en medio de la espesa vegetación.

Pedro Cheme es uno de los habitantes de la zona que colgó su escopeta para dejar de cazar en el bosque de Mompiche. Las charlas sobre el cuidado de las especies de animales hicieron que tome conciencia. “Nuestros ancestros nos enseñaron a vivir de campo y de todo lo que se produzca en él, pero ahora sabemos que podemos conservarlo para aprovecharlo de mejor manera”, señala Cheme, de 60 años.

La conservación del bosque ha permitido a los habitantes de Mompiche realizar recorridos a las zonas protegidas, y son los extranjeros los que aprovechan para encontrarse con la naturaleza y disfrutar del bosque y las cascadas naturales que hay dentro.

Nataliya Marchese es una extranjera húngara que habita en Alemania. Ella se confiesa amante de la naturaleza. Durante el recorrido por la reserva recibió un bautizo con agua de una vertiente natural.

Los guías ancestrales explican que todos los que visitan la reserva conocen de las costumbres del pueblo. Cada recorrido tiene esa característica: dar información desde que se introduce a la reserva.

Durante el periplo se explica sobre cómo habitan los nativos que conservan forman de alimentación ancestral, mediante el uso de hojas para elaborar pandas de pescado, que consiste en envolver el pescado en hojas y luego ponerlo al fuego.

Los nativos también enseñan cómo hacer un recipiente con hojas anchas para tomar agua de las vertientes naturales en medio de la reserva. Los guías son los encargados de transmitir estas prácticas.

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