EL trueque, la nueva forma de reciclar

En Quito existe una escuela de trueque. Ahí se enseña  a intercambiar cosas y conocimientos. Foto: Eduardo Terán Urresta/ El Comercio.

En Quito existe una escuela de trueque. Ahí se enseña a intercambiar cosas y conocimientos. Foto: Eduardo Terán Urresta/ El Comercio.

En Quito existe una escuela de trueque. Ahí se enseña a intercambiar cosas y conocimientos. Foto: Eduardo Terán Urresta/ El Comercio.

Pagar una clase de salsa, de origami o un taller de defensa personal es posible sin gastar un solo centavo. Se lo puede hacer con semillas o frutas.

Todo a través del trueque, una forma no monetaria de intercambiar cosas y conocimientos. En la actualidad esta iniciativa está vigente en Quito y en otras 15 urbes del mundo, como Guadalajara, Londres, Barcelona.

Sus seguidores se han organizado alrededor de los Trade Schools, una red internacional de centros en los que los objetos son el capital para intercambiar. El primero empezó en Nueva York, el 2009.

Carla Moncayo es una de las personas que inició el proyecto en Quito. Cada semana ella y tres amigas se reunían para conversar. Al ser todas de una contextura física parecida, el intercambio de ropa era algo común en el grupo de amigas.

Todo el tiempo ellas cambiaban chaquetas, panta­lones y algunos accesorios como cinturones, bufandas, gorras, entre otros, por lo que se les ocurrió que la idea podría funcionar a gran escala.

La iniciativa nació de Michelle Soto, quien hace dos años estudiaba en Nueva York. En esa ciudad ella se enteró de una escuela de cambio que no solo trocaba cosas sino conocimiento y hasta abrazos.

Al regresar al país explicó la idea. En EE.UU. el proyecto consistía en que cada persona que tenía algún conocimiento, dictaba un taller y a cambio pedía objetos o servicios.

La idea se replicó en la capital. En un inicio fueron las tres amigas y sus conocidos. Luego la idea cobró fuerza. En la actualidad su página de Facebook tiene 5 754 integrantes.

Cada mes o semana en la página web de La Trueca o en la red social se promocionan diferentes ­talleres. Ahí los expertos piden a cambio frutas u otro tipo de conocimiento. Por ejemplo: Santiago Guerra enseñó a cerca de 30 asistentes los pasos básicos de salsa y los giros. Sus estudiantes le pagaron con diferentes frutas, chocolates y hasta con un cuadro hecho por una alumna.

Esa fue la primera vez que Guerra daba clases y a cambio no recibía dinero. Para él esta iniciativa revaloriza las pertenencias y hace que funcione de manera cíclica. Este mes, la Escuela de Trueque de Quito cumplió dos años.

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