Redacción Cultura
Mucho antes de que las salas de conferencias se llenaran y de que el Centro Cultural Benjamín Carrión se convirtiera en el punto de concentración de escritores, lectores y amantes de la palabra, tres protagonistas del LIT Festival se encontraron en una cafetería-hostal del sector de La Mariscal (norte de Quito) para hablar de su trabajo.
Eran Jeremías Gamboa, la revelación literaria peruana de los últimos años; Fernando Ampuero, el gran cuentista y periodista limeño; y Pablo Ramos, la voz feroz del ‘underground’ bonaerense.
Una tríada vinculada gracias a la palabra, pero con una visión muy particular en torno a lo que puede suceder con respecto a ella.
Junto a escritores como Juan Pablo Castro, Javier Vásconez, Ignacio Gómez, Luis de Villena, entre otros, estos tres personajes son parte de la lista de invitados del encuentro literario organizado por el Centro Benjamín Carrión.
Hasta el sábado 22, ellos participarán en las conferencias o talleres que se realizan en este espacio ubicado en las calles Jorge Washington y Ulpiano Páez.
Durante el encuentro con EL COMERCIO, Gamboa, Ampuero y Ramos dialogaron sobre cuáles han sido los motivos detrás de sus procesos creativos. Como centro de las conversaciones con ellos estuvo la palabra, pero esta como un motor que impulsa a viajar, en unos casos, o a criticar a los sistemas (políticos, de pensamiento, etc.), en otros aspectos que los ha caracterizado a través de los años en el oficio literario.
‘La novela está llena de impurezas’
Fernando Ampuero
El viaje parecería ser una condición en su trabajo como escritor…
Porque el viaje creo que es lo que buscamos todos los jóvenes cuando queremos dar sentido a la existencia. El viaje es el movimiento. El viaje ha sido para mí la mejor universidad. El hecho de ir a Grecia con libros de filosofía, política o poesía es una nueva manera de nutrir al proceso lector. Porque el viaje tiene aventura, tiene momentos difíciles.
¿Su forma de hacer cuentos mantiene alguna relación con el viaje?
Tengo muchos cuentos que tienen como centro a los viajes. En realidad, mi obra tiene dos vertientes: la que recoge los personajes, las historias de la burguesía limeña; del otro lado, los cuentos y novelas callejeras de la Lima dura.
¿Es cierto que el escritor es necesariamente un viajero, un trotamundos?
Todos nuestros países han estado poblados por nómades. Yo creo que el viaje enriquece, da la oportunidad de contrastar visiones y opiniones. Nadie lo intelectualiza tanto. Solamente se quiere disfrutar de la experiencia de desplazarse por el mundo. Y también se puede viajar con la imaginación. Por eso los escritores simpatizan con el viaje: nos da esa carta libre para conocerlo todo. No como un turista sino como alguien que se detiene a encontrar vida, sueños, historias.
En más de una ocasión ha manifestado que prefiere el cuento antes que la novela.
Me gusta el cuento porque es algo que empieza y termina rápidamente; es algo que puedes leer en una hora o en una tarde. Pienso, quizá porque he tenido una larga vida de periodista -y esto me resta tiempo-, en historias cortas. Es un género donde no falta ni sobra ni una palabra. La novela está llena de impurezas, de ripio, de personajes secundarios. En el cuento se sacrifica todo eso para llegar a lo esencial, a lo que lo hace memorable. Puedo contar miles de cuentos que me han deslumbrado pero no así novelas porque estas tienen varios pasajes secretos que escapan a lo que puedo guardar en mi memoria.
Su formación. Periodista y escritor peruano. Su bibliografía incluye títulos como ‘Miraflores Melody’, ‘Cuentos’, ‘Puta linda’, y demás.
‘Leer te da otro tipo de imaginación’
Jeremías Gamboa
¿En qué ayuda al proceso de escritura convencerse uno mismo de que es escritor, como le dijo al diario argentino La Nación?
Yo lo afinaría; no tienes que estar convencido de que eres escritor, sino que tienes que estar convencido de que tienes algo que decir. Cuando yo quería ser escritor, no me salía nada bien; por querer ser escritor, me traicionaba, me colocaba en un lugar que no era auténtico y fracasaba. En el momento en que no me importó nada empecé a escribir.
El Lit Festival quiere atraer a jóvenes lectores o, de plano, a no lectores, ¿por qué es necesario que la gente siga leyendo en lugar de ir al cine, ver Netflix o jugar videojuegos?
Porque leer te ofrece otro tipo de imaginación que no te ofrece el cine, y menos la televisión y los videojuegos. Uno como lector produce con la imaginación, junto al autor, un libro. No hay ningún arte que genere una cosa así. Es necesario que la gente lea porque así no se nos agota la imaginación; sobre todo la imaginación compasiva, que es la que te permite ponerte en los zapatos del otro, y eso elimina el temor a la diferencia y a la larga puede contribuir de una manera, muy modesta, a eliminar la intolerancia, los prejuicios…
¿Por qué ha dicho que ‘Contarlo todo’ es una especie de manual para gente que quiere escribir?
Un momento me di cuenta de que el libro, por la manera en que Gabriel (el protagonista) se hace desde muy nada, y porque yo soy un profesor con una vocación docente muy fuerte, el libro empezó a tener características que podrían ser las de un manual. Mucha gente lo ha acusado de ser autoayuda. Era un riesgo, pero precisamente acercar la literatura a lugares complicados es ensanchar la literatura. Y eso es más riesgoso de lo que mucha gente creería.
¿No hay mucha gente escribiendo y muy pocos libros que vale la pena leer?
Diría que sí. Creo que hay demasiada gente que escribe y pocos escritores contemporáneos que realmente te tocan.
Su formación. Es escritor, profesor y durante muchos años hizo periodismo. Es el autor de los libros ‘Contarlo todo’ y ‘Punto de fuga’.
‘Escribir es sobre todo una manera de ser’
Pablo Ramos
¿De dónde parte la escritura: observación, imaginación o experiencia?
Ninguna y todas a la vez. Sobre todo es una manera de ser. Para mí es lo contrario de hablar, porque puedo arrepentirme de lo que he dicho. Sin embargo, cuando escribo conservo las palabras. Las detengo, retengo y guardo para volverlas a ver. Entonces, lo que cabe es imaginar, observar y leer lo escrito para volverlo a escribir.
¿Cuáles son las trabas más grandes cuando escribe?
Pretender escribir y controlar lo que el otro va a entender es absurdo. Otro problema es que no puedo ser poeta, porque quisiera. Pero la gran traba es Pablo Ramos el escritor. Esa figura que me mide, el que está en las biografías. No le tengo miedo a la página en blanco y la otra traba es el dolor, porque me encuentro conmigo.
¿Y al lugar común?
Yo no le tengo miedo. Chéjov decía en ‘Sin trama y sin final’ que no hay que tener miedo a escribir tonterías. Yo transformo el lugar común en otra cosa.
En sus talleres, ¿qué miedos halla en sus alumnos?
Tienen miedo de no tener talento, aunque sea lo que más abunda. El problema es que el talento no basta, se necesita trabajar. Yo les obligo a llevar un diario del texto, para que encuentren la motivación y no teman saltar el abismo entre un buen texto y la obra de arte.
¿Qué es lo más importante para empezar a escribir?
Encontrar la motivación verdadera, entenderla, una idea no. Convertir la idea en el diario que explore la motivación.
¿Qué hace para seguir escribiendo cuando está en un mal momento?
Escribir no es el problema, el problema es seguir. Cuando el mundo es nada yo cocino. Invito a mis hijos, a mis amigos y les cocino todo el día. Cocinar me da perspectiva.
¿Cuándo se dio cuenta que ya era escritor?
En Cuba, una de las que daban el premio me dice “Pablo, ¿usted es consciente que entró en la historia de las letras latinoamericanas?”. Y le dije que no. Después me dijo: “a merecerlo”. Ahí me digo que tengo que dedicarme a escribir, a merecerlo escribiendo.
Su formación. Ha escrito un libro de cuentos, una trilogía y un próximo libro de crónicas. Además tiene una banda llamada Analfabetos.