Las voces intactas de Tormenta y Jeanette revivieron los recuerdos

Concierto por el dia de San Valentin en la Casa de la Cultura Ecuatoriana. En la foto la presentacion de la cantante Jeaneth. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Concierto por el dia de San Valentin en la Casa de la Cultura Ecuatoriana. En la foto la presentacion de la cantante Jeaneth. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

En los 70 y 80 las voces de Tormenta y Jeanette eran protagonistas de toda onda radial que programara música popular en nuestro idioma. De anunciarse en esa época tal dupleta en Quito, habría hecho falta dos o tres teatros para confortar la demanda. Sin embargo, más de 30 años después de que ambas voces llegaran a la cúspide de sus careras, la expectativa no llegó a ser suficiente para llenar uno; el Teatro Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana el pasado viernes 14 de febrero.

La lluvia y los conciertos de Américo y Prince Royce, o incluso el del mismo Elton John, pudieron haber influido en que para la hora del evento, solamente las lunetas lucieran llenas para envidia de los grandes claros de platea y butacas cerca del escenario.

Con ese marco de público, apareció sobre el escenario la cantante ecuatoriana Dulce Marina para calentar los ánimos del público. Lo hizo con un homenaje a Claudia de Colombia, cantante de la época de la voces principales de la noche. Tras temas como Tú me haces falta, Nuestra historia de amor y Almas inseparables, se conectó más con el público al cantar sobre pistas del repertorio nacional. Así se ganó el aplauso popular y la invitación a regresar de nuevo tras una falsa salida.

Sin mucho espacio a la espera, la siguió la voz de Alejandro Olmos, un joven intérprete local que también apeló a la pista para su presentación. A diferencia de su antecesora, Olmos optó por temas más rítmicos y de menos longevidad.

De tal forma, abrió su acto con Que alguien me diga, de Gilberto Santa Rosa, y lo terminó con un set de Américo que motivó a la gente a dejar sus asientos y a encender el baile. "En el Rumiñahui está Américo y aquí está Alejandro Olmos", dijo el cantante refiriéndose a la competencia romántica del concierto que se celebraba a la misma hora en el coliseo vecino.

Tras haberse ganado también el 'encore' que lo trajo de regreso por una canción más (Te vas, de Américo) llegó uno de los momentos gratamente inesperados de la noche. Mientras se preparaba la parte técnica de los músicos tras el telón, la espera fue de lo más entretenida gracias al animador de la velada (Diego) quien en base a imitaciones a personajes de la política nacional y a 'cachos' de buen gusto mantuvo encendido el ánimo en el teatro a tal punto que la gente no lo quería dejar ir.

Así, llegó finalmente el turno de Tormenta a 17 minutos de las 22:00. "Bienvenidos al show", dijo la argentina, con una sonrisa para de inmediato interpretar Llora llora corazón con la misma intensidad color vocal que la hizo famosa en los 70. "No importa que sean poquitos, lo importante es la calidad y sé que van a ser un coro maravilloso", dijo al dirigirse al público cuando las luces revelaron los asientos vacíos.

Tras un "Feliz San Valentín", Tormenta cantó canciones de su autoría que recordaron la prolijidad compositiva que tuvo alguna vez esta artista. Por favor me siento sola, Brindo por ti y por mí, Por aquellos días de nuestro ayer o Perdóname eran coreados, uno a uno, por toda la gente de luneta.
Entonces, contó al público que su nombre artístico se lo acuñaron por su carácter fuerte y su melena juvenil de cuando era una hippie en los 70. "Nací en Paso del Rey, un pueblo cerca de la ciudad de Buenos Aires. Ahí a los quince años tuve mi primera guitarra y empecé a escribir canciones... cuando era una adolescente tierna", así sonaron los acordes de Adolescentes tiernos y la artista llevó el escenario al público.

Bajó las gradas y cantó abrazada de sus admiradores; no pararon las fotos, los besos y los abrazos mientras continuaba cantando con propiedad. También le cedió el micrófono a algunas valientes que intentaron afinar sin lograrlo. La noche continuó con Adiós chico de mi barrio, Promesas son promesas, Lágrimas por tu recuerdo, Noche de Luna, Por ese amor, Una carta en la distancia y cerró interpretando nuevamente Brindo por ti y por mí tras 45 minutos de actuación.

Lo que quizás el público no notó, es que la banda que acompañó a Tormenta, no tocó al 100%. Había una pista que era disparada por el guitarrista. La misma tenía una percusión evidentemente digital, teclados y coros pregrabados. El baterista y el tecladista hicieron una suerte de mímica entrenada en gran parte del show. Cabe decir que los instrumentistas eran nacionales y que el único miembro oficial de Tormenta, era el guitarrista.

Tras veinte minutos más de espera con humor, sonó la voz inconfundible de Jeanette con su clásico Por qué te vas. Desde el lejano palco, parecía que era la misma veinteañera de inicios de los 70. Su voz mantiene la frescura y ese tono tan particular que la hicieran famosa. Tras saludar al público, recordó que es la segunda vez que visita la ciudad (la primera fue hace dos años). De inmediato, continuó con El muchacho de los ojos tristes.

El quinteto que acompañaba a Jeanette, a diferencia de Tormenta, sí era completamente real. La energía de la cantante era triplicada por la fuerza instrumental de su ensamble. Así sonaron Corazón de poeta y Toda la noche oliendo a ti, temas que fueron compuestos para ella por Manuel Alejandro, compositor al que la cantante recordó por sus "letras preciosas".

Tras una alta presentación del éxito Frente a frente, la voz tomó una pausa para presentar a su banda de uno en uno. "El grupo se llama Rapsoda. Llevan diez años conmigo y es mi mitad; sin ellos no hago nada", señaló antes de cantar Ojos en el sol. Su interpretación se mantenía clara y sólida, sin embargo, mencionó que se notaba la altura al respirar. Así llegó el turno de cantar Amiga mía.

Ese fue el reto de la noche para la cantante, pues -sumando el factor de la poca costumbre a la altura- la canción es complicada, especialmente por su coro lleno de sílabas rápidas y notas altas. Se notó la lucha, pero la cantante salió victoriosa. Así volvió a dirigirse al público para recordarle su origen. "¿Saben que soy inglesa? Aunque me llamen de España, eso es algo que nunca entendí. Será porque vivo ahí. Por eso me gustaría cantarles una canción en inglés". La gente, muy receptiva, escuchó con aplausos la versión de These Boots Are Made For Walking, un tema original de Nancy Sinatra que se remonta a 1968.

Con el público en sus manos, Jeanette anunció su despedida con su tema insigne, la balada 'proto-emo' Soy Rebelde, un himno que fue coreado en cada verso desde las lunetas. Tras el último acorde, los aplausos de pie obligaron al retorno de Jeanette, Jeanette de Inglaterra, quien se despidió de Quito con una irónica pero acertada repetición de Por qué te vas.

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