A la vida (…y a la muerte) parece gustarle las paradojas y los anacronismos. Hace pocos días Mónica Spear elevó un globo a los cielos para pedir paz para su Venezuela; pero el lunes por la noche, la actriz y exreina de belleza fue víctima de las balas, de la violencia, del sinsentido, en las calles de esa misma Venezuela.
Tenía 29 años y siete telenovelas en su hoja de vida. Al menos cuatro de ellas llegaron a los televisores ecuatorianos, siendo las más recientes ‘Flor Salvaje’ (Teleamazonas) y ‘Pasión prohibida’ (Ecuavisa).
Derivó en la pantalla chica, tras quedar cuarta finalista en el Miss Universo 2004: fue reina de belleza en un país donde serlo es elevarse a las glorias.
La muerte de Mónica Spear no tocó solamente a los asiduos de las telenovelas y del romance de folletín. Por acción de la celebridad que otorga la pantalla y la luminaria, el hecho inundó las redes sociales, esparciendo la noticia y las reacciones con esas olas que solo la indignación genera.
Y si los hechos de su vida, su elección como miss, su trabajo en la TV, se banalizaron con el tinte del show, esta vez no; la ansiedad del espectáculo cedió ante los comentarios que se apuntaban por un alto a la delincuencia, por una revisión de lo que se está haciendo en esa materia en Venezuela.
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Los disparos fueron a mansalva. De nada sirvió que ella y su esposo se encerrasen en el auto -quizá para proteger a su hija- ante el intento de robo. Solo la menor sobrevivió, con una herida en la pierna. Inseguridad, tragedia, orfandad.
La violencia, como sucede con todo lo irascible, no hace distinción. La fama y la belleza, ya frágiles bajo la lente de la frivolidad y el espectáculo, terminan por quebrarse y devuelven una vida humana perdida, otra; un futuro trunco, otro; otro número en las estadísticas de un país que -según las Naciones Unidas– tiene la quinta tasa de homicidios más alta en el mundo.
Y frente a esta muerte que cayó como cachetada ante ineficaces medidas públicas de seguridad, la voz oficial solo pudo volver al lugar común: anunciar que “se aplicará todo el peso de la ley” (como declaró la ministra de Comunicación de Venezuela, Delcy Rodríguez). Ese peso, exangüe a la luz de las otras cifras que señalan que los asesinatos en ese país se han cuadruplicado en los últimos 15 años (Observatorio Venezolano de Violencia).
Fue otra ex Miss Venezuela, Alicia Machado, quien ató lo sucedido con Spear con la realidad de un país ensombrecido por la delincuencia: “QEPD Mónica Spear. Llanto constante y silencioso el de miles de venezolanos por el caos y la obscuridad que vivimos”.
Si esto quedase en la impunidad, solo sería la promesa de un próximo crimen.
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