Por decisión del Concejo, la segunda estrofa del Himno a Quito reposará escrita en los pliegos del Cabildo, pero sin vida útil: la letra que no se expresa carece de razón de ser. Las líneas que celebran a la ciudad hecha por Atahualpa y amada por España han sido reemplazadas en el canto por las de “triunfal rebeldía”, idóneas en días de ‘revolución’ .
El argumento -señaló la munícipe que oficializó el pedido- es que “los símbolos deben ser usados por la ciudadanía en función de su momento histórico”. Y el de ahora se da por cantar la soberanía de los ‘corazones ardientes’.
La medida es de doble vínculo. Afecta a las dos vertientes que confluyen en la estrofa y en el ser del mestizo andino. Si se ignoran dos versos con referencias a España, también los dedicados al Incario y a Atahualpa se desvanecen de los “pechos en férvido grito”.
Con ello se aplaude a un revisionismo que termina escrito por los vencedores de turno y se impone la idea de que las manifestaciones culturales del ciudadano se regulan desde el poder o se deben a él. Pareciera que ocultar procesos sociales resulta mejor que reflexionarlos… Total, lo único que está en juego es el universo simbólico del quiteño, del ecuatoriano.