Las salas de cine se han llenado de fanáticos de las sagas infantiles ‘Toy Story’ y ‘Shrek’. Se trata de dos películas que se han convertido en las mimadas de niños y grandes. En esta época no importa el día, pues los niños en la Sierra están de vacaciones escolares y pueden dedicarle una tarde al cine.
El 18 de junio pasado, la tercera parte de ‘Toy Story’ se estrenó internacionalmente. En Estados Unidos alcanzó una taquilla de USD 167 millones, según la agencia AP. El ‘pegue’ de ‘Shrek’ en ese país fue menor, con USD 71,3 millones de recaudación, según diario La Tercera.
En Ecuador, ambas películas han llenado de pequeños las salas de cine de la capital.
El viernes pasado se estrenó la parte final de ‘Shrek’, y según datos proporcionados por Consorcio Fílmico, 112 834 personas vieron la esperada película en ciudades como Quito, Guayaquil, Cuenca, Machala, Libertad, Ambato… Importadora El Rosado, encargada de la distribución de ‘Toy Story’ en Ecuador, se abstuvo de revelar los datos de taquilla de esta cinta.
Pero más allá de las cifras, estas películas han logrado captar a ‘minifans’ que están pendientes de cada novedad sobre sus personajes favoritos. Margarita fue el fin de semana pasado a ver el estreno en Ecuador de ‘Shrek’ con su hija Paula, de 7 años. La niña contagió a la madre el gusto por la historia del ogro que enamora a la princesa, y ambas han visto todas las películas sobre esta sátira de los cuentos de hadas. Sin embargo, Margarita no logró contagiar a su hija el gusto por ‘Toy Story’. La niña no quiso ver la cinta del vaquero Woody.
Otros padres solo van para darle el gusto a sus niños. Es el caso de María, quien ha visto con sus dos niños hasta la película de Navidad de ‘Shrek’. Sin embargo, considera que ‘Toy Story’ es un poco más entretenida.
El filme ha causado también reacción en adultos y adolescentes. Eugenia fue con sus sobrinas de 15 y 10 años a ver la película y no pudo evitar sentir nostalgia. Como ella, el público adulto recuerda y hasta piensa en recuperar algunos juguetes, esos pequeños tesoros de la infancia que al crecer se abandonan.