El rodaje de la película ‘En nombre de la hija’, de la cuencana Tania Hermida, duró 30 días. La filmación empezó el 15 de julio y concluyó la semana pasada.
El rodaje se realizó en las haciendas Pillcocaja y Sulupali, del valle de Yunguilla (en el cantón Santa Isabel), y de San Juan Pamba (cantón Paute), en Azuay. A las 06:30 era la hora que los 16 actores y las 34 personas de la producción iniciaban la filmación.
fakeFCKRemoveLos protagonistas son seis niños: Camilo, Manuela, Emilio, Andrés, Pepe y María Paz que dan vida a esta historia que data de 1976. La trama de esta historia gira en torno a Eva Mecham, que personifica a Manuela, de nueve años. Es una niña que se ve atrapada entre los ideales socialistas de su padre ateo Esteban (Miguel Rivera) y los dogmas católicos de su abuela Lola (Juana Estrella).
Manuela actúa junto a Markum Mecham (Camilo), quien hace el papel de su hermano y en la vida real también lo es. La pequeña se siente atraída por unos libros grandes vetustos, cuadernos amarillentos cuyas hojas tienen diferentes cortes.
El sitio es el cuarto de estudio del tío loco Felipe que da vida el actor Francisco Aguirre, quien ya actuó bajo la dirección de Hermida en la película ‘Qué tan Lejos’, en el personaje Jesús Borrero.
En este nuevo filme el tío Felipe luce una barba y uñas largas que se dejó crecer durante dos meses. En ese tiempo también leyó e investigó, sobre cuál es el comportamiento que tienen las personas con alteraciones mentales.
Aguirre dice que siempre ha tenido contacto con ‘locos’ y que esta experiencia le sirvió para su actuación en esta película.
Carla Larrea se encargó del maquillaje y logró que la artista cuencana Juana Estrella, de 43 años, tuviera la apariencia de una anciana para interpretar su papel de la abuela Lola.
En cambio, Enrique Vásconez fue el encargado de recrear los ambientes. Por ejemplo, filtró tintura de café para pintar papel y simular un aspecto antiguo en la biblioteca de Felipe.
Además, construyó un caballito de carrizo, la casa de muñecas e, incluso, juntó dos jabones azules de lavar la ropa. Su idea era emular el tamaño de los que había en la década de los setenta.
Entre los objetos más especiales que creó Vásconez fue una caja de madera. Esa pieza tiene una representación simbólica en el desenlace del filme. Mientras que Juan Carlos Acevedo trabajó en el envejecimiento de un cuadro de la Última Cena, que se lucirá en el comedor de la familia.
Otro de los detalles que se cuidó en el rodaje fue el silencio del entorno. Por ello algunos fines de semana, la Policía interrumpió el tránsito vehicular durante 30 minutos, señala Germania Once, de la Junta Parroquial de El Cabo, en el cantón azuayo de Paute.
“La interrupción del tráfico era importante”, señala Paula Parrine, productora del filme. El propósito fue captar el silbido de los pájaros, el ruido de las hojas y el eco del viento que soplaba en la hacienda de San Juan Pamba.
Once dice que no hubo inconvenientes y que la población aceptó ese cierre porque fue por un tiempo reducido. “Hubo quejas de algunos turistas”.
Además, durante ese mes Daniela Durán tuvo la tarea de no desprender su mirada de los seis niños protagonistas del filme. Ella se encargó que no se fueran a enfermar y que no les pasara nada.
Una vez concluido el rodaje, enviaron el material a Buenos Aires para que se realice el proceso de posproducción. Se prevé el estreno para abril del 2011.