Los roqueros llevan su pasión tatuada en la piel

El baile.  Los potentes sonidos del rock y del metal pusieron a danzar a cientos de roqueros, en la fiesta anual del rock nacional. Paúl Rivas / EL COMERCIO

El baile.  Los potentes sonidos del rock y del metal pusieron a danzar a cientos de roqueros, en la fiesta anual del rock nacional. Paúl Rivas / EL COMERCIO

El sol inclemente hizo que muchos roqueros se desprendieran de sus chompas, la mayoría de cuero. El furor y la algarabía era el factor común entre los cientos de personas que participaron del Festival de la Concha Acústica, el pasado martes, en el sur de Quito.

Entre ovaciones y desenfrenados bailes, los fanáticos se distinguían unos de otros por el estilo de sus cabelleras, los motivos de sus camisetas negras y los tatuajes que llevaban impresos en sus cuerpos.

El grupo Código Rojo daba inicio al festival musical. Cantaron los temas Muerte súbita, Ouija, entre otros. En una pantalla gigante se apreciaron imágenes de lo que será el CD 'Antología del rock', que saldrá a la venta el 17 de enero.

Los tatuajes estuvieron conectados con la fiesta roquera. Para Julio Molina, de 22 años, su dibujo tribal en el brazo derecho tiene un significado especial. Cada línea hecha con "tinta y sangre" representa a un nuevo amigo o familiar. Simbólicamente tiene 30 personas y su meta es que su brazo quede completamente tatuado.

A un lado del escenario se instaló una carpa donde se vendían camisetas y discos de los grupos más representativos del festival. El control del Municipio fue estricto y los vendedores informales no pudieron ofrecer ni siquiera 'snacks'.

La segunda banda sobre el escenario fue Chancro Duro. Los quiteños elevaron el nivel de entusiasmo con sus letras crudas, de palabras fuertes, acompañadas de la voz gutural de su vocalista. Entre los temas más pedidos sonó Autocontrol. En ese momento, la cancha levantó polvo con el baile de contacto: 'pogo'.

Los que no bailaban alentaban y cantaban acomodados en el césped. Maya Estrella, de 28 años, su esposo y su niña de 3 años veían el show desde lejos.

En el brazo izquierdo resaltaba un gran tatuaje: un niño montado en un caballo de mar, ambos posados en una raíz. El dibujo tiene un gran significado para la roquera. Simboliza a su hijo sentado en las rodillas de su padre. La raíz tiene que ver con el nombre de su vástago, Natem. En la tarima, las revoluciones cambiaron con el ritmo de Mozarella, uno de los pioneros del movimiento roquero en el país. Ellos viajaron desde EE.UU. solo para presentarse en 'La Concha'.

Ninguno de los maduros integrantes tenía larga cabellera. Vestían camisetas blancas y llevaban zapatos deportivos de colores. Su música fue acogida de buena manera. Los músicos se declararon unos fanáticos "de la vida" mientras recibían el aplauso de los roqueros más jóvenes.

Cristian Jerez, uno de los primeros fabricantes de máquinas para tatuar en el país, disfrutaba de la fiesta junto a su esposa.

Para el tatuador profesional, un dibujo en la piel es una forma de "ser uno mismo." También simboliza libertad y libre pensamiento.

Por eso y con gusto tiene 20 tatuajes en todo el cuerpo: brazos, piernas, pecho y espalda. El más significativo es el del pecho. Tiene tres animalitos dibujados: un pato, una ardilla y un ratón. Y es que es así como les dice de cariño a sus pequeños hijos. Por el contrario, su esposa no tiene 'marcas' en el cuerpo. Pero eso a Cristian no le importa mucho y respeta la forma de pensar de su pareja.

Para algunos, un tatuaje puede simbolizar el lado oculto que todos los humanos tenemos. Es así, como Franklin Catota describe a un extraño ser con aspecto alienígena que su tatuó en el brazo.

El concierto seguía su curso y Ximena Díaz estaba parada muy cerca de la tarima y animaba a todo pulmón al grupo Mortal Decisión.

En su brazo derecho resaltaban unas coloridas flores. Se considera una amante de la naturaleza y de los colores llamativos. Su esposo la apoyó en el proceso de marcarse la piel. Ella también lo animaba desde el público mientras descargaba toda la energía en el remodelado escenario, como vocalista de los Mortal. Así, con la música de 14 bandas de rock se despidió el año en el sur de Quito.

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