El escuadrón antimotines de la Policía y las piedras sobre el asfalto son la primera escena que vieron las 1 000 personas que llegaron puntualmente al Teatro Universitario, el jueves en la noche.
Allí se inauguró el IX Encuentros del Otro Cine (EDOC). El público tuvo que sortear las manifestaciones de los estudiantes y el escozor en sus narices por las bombas lacrimógenas.
fakeFCKRemoveEsto no impidió que se realizara la presentación de los invitados internacionales y de los documentalistas ecuatorianos. Siguieron las palabras de Manolo Sarmiento, cineasta y director ejecutivo del festival. Además de los agradecimientos a las instituciones que respaldan al EDOC, Sarmiento se pronunció en contra de la posible derogatoria de la Ley de Cine, un aspecto que se debate en el Proyecto de Ley de las Culturas en la Asamblea Nacional.
La libertad de expresión fue otro punto abordado, pues es uno de los ejes de la presente edición del EDOC. En esa línea, Sarmiento saludó a los nuevos medios que circulan en el país: la publicación mensual sobre opinión política Trashumante, las revistas de cine Zoom y Fotograma, y El Otro Cine, periódico del festival.
El saludo se extendió al pueblo colombiano y a los refugiados que residen en el Ecuador. En el EDOC 2010 se incluye la sección Colombia: por quien merece amor, son historias de violencia y pobreza, pero también, testimonios de esperanza.
Así, el filme inaugural fue ‘Pecados de mi padre’, del argentino Nicolás Entel, quien reconstruye la figura del capo Pablo Escobar desde el punto de vista de su hijo Juan Pablo, quien vive en Argentina. Teme por su vida y por eso cambió su nombre por el de Sebastián Marroquín.
Si en la tragedia griega los hijos pagan las culpas de sus padres, en ‘Pecados de mi padre’ la historia se repite: además de la vida del capo colombiano, el documental presenta el retrato de su hijo y su búsqueda de una paz interior.
Desde los audios, fotos y videos de archivo, Pablo Escobar es el temible narcotraficante y el padre cariñoso que lee cuentos a sus hijos. Los testimonios de Marroquín develan a Escobar desde la convivencia con uno de los hombres más controversiales del siglo XX, y su reflexión.
Una línea pacifista cruza el trabajo de Entel, quien tardó seis meses en convencer a Marroquín para que accediera a ponerse ante la cámara. En el documental, el hijo de Escobar da un paso hacia la reconciliación con los hijos de Rodrigo Lara Bonilla y Luis Carlos Galán, políticos colombianos asesinados por órdenes del líder del Cartel de Medellín.
Tras la proyección, Sebastián Marroquín ingresó a la sala. El público lo ovacionó y él respondió sus preguntas. Sencillez, humor y cierto grado de tensión envolvían a Marroquín mientras dejaba en claro la negativa a seguir los pasos de su padre.