Con los reconocimientos recibidos en Japón, España, Chile y México, ‘Rabia’, del ecuatoriano Sebastián Cordero, se confirmó como un filme exitoso.
En total son ocho premios: del jurado, en Tokio; el Biznaga de Oro a la Mejor película, Biznaga de Plata a la Mejor fotografía y al Mejor actor secundario, en Málaga; al mejor guión, en Isla de Pascua; y, Mejor director, actor y fotografía, en Guadalajara. Además, la organización del festival mexicano lo postuló a los Globos de Oro, en la categoría de Mejor película de habla no inglesa.Después de la locura del Mundial de fútbol de Sudáfrica y de que en los cines se proyecten las mega producciones veraniegas de Hollywood (Toy Story 3’, ‘Eclipse’, entre otras), ‘Rabia’ se estrenará finalmente en el país a mediados de septiembre.
El filme se inició con la lectura de una novela del argentino Sergio Bizzio. Con cinco letras en la portada: R-A-B-I-A, la publicación llegó hasta Cordero por una doble vía, a fines del 2007. Primero recibió el libro de una amiga cercana, que se lo regaló atinando en el gusto del cineasta.
Tiempo después, ese mismo año, el segundo ejemplar vino acompañado de las palabras de Berta Navarro, productora de ‘Crónicas’: “Me ofrecieron los derechos; es increíble para ti… te encantará”. No se equivocó, tras dos días de lectura, la respuesta de Cordero fue: “Hagámoslo”.
La paliza que José María, el obrero protagonista de ‘Rabia’, le propicia a un ‘skinhead’, en las primeras páginas del libro, enganchó al realizador ecuatoriano. La atracción creció con las ambiguedades del personaje y con sus muchas facetas.
El giro cinematográfico llegó cuando José María se encierra en la casa donde trabaja su novia, Rosa, dando inicio a una relación voyerista, en ambientes claustrofóbicos y de creciente suspenso.
Si bien el filme conserva la esencia de la novela, otros elementos se replantearon en la adaptación. Así surgió una película cuyo director y guionista considera como la más personal de su carrera. Por un lado la historia de amor que se cuenta le pareció muy relevante, en relación a experiencias que estaba viviendo en ese momento.
“Hoy en día es más común que una pareja no pase todo el tiempo unida, ya sea por la distancia o por mil razones”, dice Cordero. Por ello, la relevancia y la alucinación alrededor de dos inmigrantes que no pueden estar juntos, pero que literalmente comparten un mismo espacio.
Con los elementos de la trama claros, en marzo del 2008, arrancó el rodaje, duró siete semanas y se lo hizo en reversa, desde el final hasta el inicio del filme. La producción necesitó la cooperación de empresas españolas, mexicanas y colombianas, su costo: USD 4, 5 millones.
Desde un principio, la producción planteó que la situación se trasladara a España incluyendo el tema de la migración (en la novela se sitúa en Buenos Aires y trata más sobre una cuestión de clases). No se especificó una ciudad, mas por logística se eligió Guipuzcoa, País Vasco. Ahí hay casonas de familias burguesas que se prestaban para que el rodaje se hiciera en un espacio real, como fue el deseo de Cordero, y no en un ‘set’.
Cuando el director conceptualizó el filme se imaginó largos paseos por corredores y escaleras. “Hay una toma que define a la película, es un plano secuencia que nos lleva por dos pisos. La cámara recorre una gran distancia entre José María y Rosa, todo el trayecto está lleno de tensión”.
Para la construcción de los personajes, Cordero conversó con los actores sobre el carácter, la trama, la situación, se aseguraba que todos hicieran la misma película. Luego dejó que cada uno se preparase como prefiera.
Gustavo Sánchez Parra, quien interpreta a José María (la principal personificación de la rabia), se decidió por lo extremo. Si en la literatura el personaje aprovecha el aislamiento para crecer espiritualmente, en el cine opta por la decadencia: se animaliza, pierde peso y vida. Como el mismo actor cuenta en una entrevista durante el Festival de Guadalajara, se sometió a una dieta estricta y bajó 13 kilos; el cambio físico le ayudó a encarar al personaje sicológicamente. “Estaba atravesando cosas duras en su vida y decidió aislarse totalmente, luego tuvo una depresión súper ‘heavy’”, recuerda Cordero.
Algunos miembros del elenco acompañaron al director durante la gira de promoción y recogiendo premios en las paradas. Después de tanto flash y de gratas experiencias, ahora, Sebastián Cordero se desconecta para enfocarse en la preproducción de ‘Pescador’, filme que empieza a rodar en junio, en Manabí.