Los desfiles de la moda masculina para la primavera y verano 2011, que concluyeron ayer en París, fueron un retrato en contrastes.
En las pasarelas los diseñadores incluyeron desde ‘smokings’, bermudas, gruesas chaquetas de exploradores, hasta camisas ligeras como el viento y capas fluidas y abiertas.
La gama de colores fue igual de variada, desde el color negro, que dominó varios desfiles, como el de la casa Dior, a los naranjas, verdes y rojos en Issey Miyake, al rosa guayaba y verde lima en la colección del brasileño Gustavo Lins, así como estampados, cuadros, flores y líneas gemométricas.
La casa Lanvin presentó ayer una colección diseñada para un hombre viajero, que escoge un vestuario fluido, práctico, en el que puede también salir la noche “o encontrar a sus futuros suegros por primera vez”, explicaron sus creadores.
Trajes de corte clásico, mallas ultrafinas anudadas con soltura alrededor de la talla, chaquetas con capucha, que acompañan sandalias en piel de lagarto: este hombre camaleón, muy urbano, ofrece a veces la imagen de un ciclista, otras la de un empresario de nuevas tecnologías o parece un viajero tropical.
“No hemos diseñado para un solo hombre. Cada uno tiene deseos distintos y nadie tiene ganas de ver a su copia en la calle”, subrayó Alber Elbaz, director artístico de la casa Lanvin.
Esta temporada “no elaboramos un solo ‘smoking’. Los trajes son bastante clásicos. Se pueden usar en la noche, sin ningún problema”, señaló Elbaz, indicando que se hizo un “enorme trabajo de superposición de colores, texturas, tejidos…
Además de los 47 desfiles, hubo presentaciones de colecciones en salones privados, más íntimos, como el de la casa fundada por Christian Lacroix, cuyo director artístico, Sacha Walchhoff, imaginó una colección para un dandy, un hombre viajero y abierto al mundo.