La era de las mujeres delgadas como grullas ya terminó y en 2012 sonó la hora de las féminas “curvy”, cuyos cuerpos se acomodan a toda la gama del talle 40 para arriba.
El término en inglés no designa a mujeres gordas, sino simplemente a gusto con su cuerpo. Como Christina Aguilera, una de las recientes estrellas que puso fin a las polémicas sobre su peso asegurando que le gusta su cuerpo tal cual es.
“Hay que ser fuertes y creer en sí mismos sin dejarse condicionar, a pesar de que las mujeres desde siempre están sujetas a fuertes juicios en materia de aspecto físico”, declaró la cantante.
“Me siento bien, me gusta cómo soy. A mi novio le gusta mi cuerpo y lo desea. Amo mi cuerpo, mi hijo es sano y feliz, esto es lo que importa”, agregó Aguilera.
La británica Kate Winslet, desde siempre orgullosa de sus curvas y paladina de la belleza al natural, fue elegida recientemente como imagen de la marca de ropa de punto St. John.
En realidad, hace tiempo que vacila la dictadura del talle 40: las primeras señales se remontan a 20 años atrás, cuando las primeras modelos mofletudas osaron desafiar a las filiformes al grito de “Chau, flacas”.
Al mismo tiempo nacían líneas de ropa extra grande, como Elena Mir” o Marina Rinaldi, y se afirmaban las primeras modelos entradas en carnes, como Sophie Dahl, una pionera de los años 90.
Pero el último año registró un auténtico boom de siluetas más redondeadas, y hasta las revistas de moda dicen declarar la guerra a las anoréxicas.
Recientemente Vogue Italia dedicó la tapa al tema, con un servicio fotográfico realizado por el célebre Steven Meisel bajo el título “Belle Vere” (Bellas verdaderas), en el que las modelos posaron en lencería mostrando su cuerpo sexy.
En Vogue.it hay también una sección llamada “Curvy”, con sugerencias y consejos. Franca Sozzani, directora de la revista y gurú internacional del sector, promovió en su blog una recolección de firmas contra los sitios que exaltan la anorexia como modelo de belleza en el cual inspirarse.
Además, en los últimos tiempos el ideal de mujer se había vuelto cada vez más delgado, por la necesidad de resaltar el vestido más que la modelo.
El talle de pasarela, el proverbial 42, había disminuido progresivamente hasta el 38 o menos, con todos los riesgos para la salud que la situación implica.
Por eso ahora los blogs están inundados de consejos que subrayan el orgullo “curvy” y sugieren cómo tener un concepto positivo de sí mismos, no mortificándose con ropa negra y evitando dietas drásticas.
También se recurre a la ironía, como en el caso de la mítica Bridget Jones, simpática y autoindulgente, o bien como Jennifer López, que con mucha garra despidió a un colaborador que quería que adelgazara.
Si 2011 fue el año de la consagración de la “curvy revolution”, 2012 tiene todas las premisas para ser el año del giro definitivo y la aceptación irrevocable del hecho de que las curvas, además de moda, son símbolo de bienestar y belleza.