Lindsay Lohan pedía clemencia en un dramático final. “Pensaba que había cumplido todos los requisitos”, se defendió la actriz de 24 años entre lágrimas.
“Lo digo en serio. Esta es mi vida. Mi trabajo”, imploró a la jueza Martha Revel. Pero ella no se ablandó, y envió a la estrella a pasar 90 días tras las rejas y tres meses de desintoxicación en una clínica.
En el 2007 fue detenida cuando perseguía a otro vehículo con su coche, bajo influencias de alcohol. Entonces fue condenada a tres años de libertad condicional y estancias de desintoxicación.
Pese a que afirme tener las riendas de su vida, Lohan sigue haciendo honor a su reputación de invitada no deseada en las fiestas y carne de la prensa rosa.
Se le han pasado las fechas de cursos y comparecencias ante la Justicia, y se divertía en Cannes en lugar de declarar ante un juez en Los Ángeles. La jueza Revel acusó a Lohan de mentir y no tomarse en serio las condiciones de la Justicia. Desde diciembre faltó siete veces a los cursos para combatir su adicción. La jueza ordenó que el 20 de julio por la mañana Lohan entre a la prisión californiana para mujeres de Lynnwood.