Tal vez ya sea tarde pero antes de que los productores empiecen con su ‘lobbing’, de que los miembros de la Academia hagan sus conjeturas, de que los espectadores se vuelquen a las casas de apuestas, vale preguntarse qué tipo de cine es el que apunta a la búsqueda del Oscar 2014.
El año anterior, haciendo números y empatando temáticas, se advirtió que la línea de los filmes nominados a la estatuilla dorada se ataba con la historia política y la búsqueda de libertades. Así se incluyeron en ella los conflictos por los derechos civiles, la relación de EE.UU. con Oriente Medio, el acabose de la dictadura chilena, una adaptación de un clásico del romanticismo y dramas históricos. Como rezago de esa tendencia -además de las virtudes de su realización- se puede ver la nominación de ‘12 años de esclavitud‘.
Esta vez, se puede apreciar que dos de las nominadas a Mejor película retratan desde diferentes enfoques y estéticas la ilegalidad como forma de vida en la sociedad estadounidense. Dejando que el espectador saque o no moraleja, ‘El lobo de Wall Street‘ y ‘American Hustle‘ se asientan en la estafa y el dinero como mecanismo para crecer en el mundo. La primera con la maquinaria de la bolsa neoyorquina para deshumanizar al individuo. La segunda, donde las ambiciones, las apariencias y las vanidades se gestan para sobrevivir.
La presencia del poder del dinero -con un tratamiento diferente- en el cine que compite este año está en ‘Dallas Buyers Club’. El filme se centra en Ron Woodroof quien, diagnosticado con sida, libró una batalla contra las manipulaciones de la industria farmacéutica.
‘Gravedad’ y ‘Her’ son la cuota de ciencia ficción en esta edición. Una apunta a la exploración de la soledad humana en el infinito del espacio exterior y la otra es una mirada sobre las relaciones interpersonales en época de comunicaciones virtuales. Esas relaciones humanas también son objeto de ‘Nebraska’, donde padre e hijo desarrollan la comedia dramática.
Otra percepción que dejan los nominados es que se tratan de filmes que se vuelcan por historias individuales, por sobre relatos de colectivos. Allí están Jordan Belfort, Ron Woodroof, la ingeniera espacial, Philomena, Theodore Twombly -enamorado de la voz de un sistema operativo- o el capitán Philips (el tercero basado en alguien real).