Para el cine fue una suerte, para la medicina casi un milagro que Dennis Hopper pudiera celebrar hace unas dos semanas, el 17 de mayo, su cumpleaños número 74. Murió la noche del viernes pasado en Venice, California.
No había dejado de lado nada en su vida: le gustaron el alcohol y las drogas así como los autos rápidos y las grandes motos. Sus cuatro hijos tienen cuatro madres distintas. Tuvo cinco matrimonios, todos ellos fracasaron. Era rígido e incorregible, tuvo varios fracasos y así y todo revolucionó el cine.
Con Dennis Hopper murió un gran actor, un respetado fotógrafo y pintor y sobre todo un poderoso director. Nació en una granja en Dodge City, Kansas, estado de héroes de revólver en tiempos del Oeste Salvaje. Después, su familia se mudó a California.
Después de un par de papeles en televisión, Hopper conoció a James Dean, ya actuó junto a él en ‘Rebelde sin causa’ y ‘Gigante’. Ambos compartían la pasión por el placer, la velocidad, las motos y los autos. Sólo uno de ellos sobrevivió a esa pasión juvenil.
A pesar de haber estudiado en la escuela de Lee Strasberg, solo obtuvo papeles secundarios. Hasta que conoció al hijo del gran Henry Fonda. Junto a Peter masticó la idea de dos motociclistas viajando por el sur de EE.UU. Los dos sumaron al viaje -tanto en la ficción como en la realidad- a otro joven actor, Jack Nicholson. Así, ‘Easy Rider’ se convirtió en un símbolo de libertad.
Hopper, director y coprotagonista -junto a Peter Fonda-, logró a los 32 años y con un presupuesto de apenas USD 400 000 fundar una “nueva Hollywood”. A partir de ese momento, las películas debían tener un espíritu rebelde y ser críticas con la sociedad. Hordas de directores quisieron ser como Hopper, aunque él mismo no quisiera ser como Hopper.
Incorregible, apostó a sus propios filmes y tuvo un fracaso tras otro. Ningún estudio quiso aceptar sus proyectos y ningún director quiso darle un papel.
Hopper pasaba mucho tiempo en Europa, tomaba demasiado, consumía muchas drogas y se casaba mucho. La opinión pública podía ver en las revistas la foto de cuando fue detenido por manejar a alta velocidad, pero ninguna de sus películas.
Recién con su papel como el brutal violador Fran Booth en ‘Blue Velvet’, de David Lynch, en 1986, Hopper regresó y recibió una nominación al Globo de Oro. Dos años después volvió como director con ‘Colors’. Luego actuó en papeles secundarios hasta que en 1994 encontró en el malvado Howard Payne de ‘Speed’: “nuevas y simpáticas formas de expresar una loca amenaza”.
Hopper hacía tan bien de malvado que los espectadores le perdonaron su papel anterior como despótico rey Koopa en la película basada en el juego de Nintendo ‘Super Mario Bros’ (1993). Hopper lo llamó “el peor error de su carrera”. Uno de sus últimos papeles fue en ‘Palermo Shooting’, de Wim Wenders.