Danny Trejo es quizá una de las caras más conocidas de Hollywood, aunque su fisonomía no obedece a los estándares de la industria —lo que él reconoce—. Y es que, detrás de ese semblante rudo o hasta “mal encarado” existe un actor que no tiene miedo a burlarse de sí mismo y hacer el ridículo al bailar, cantar y protagonizar musicales.
Es más, reconoce que esa misma apariencia le ha ayudado a conseguir sus papeles, aun cuando su nombre a veces es impronunciable para algunos estadounidenses.
“Héroe de acción o mal tipo. No me llames así —dice a la vez que ríe—; recuerdo la primera vez que alguien me dijo: ‘Usted siempre interpreta al sujeto chicano con tatuajes’. En ese entonces yo no sabía lo que significaba esa palabra, así que pensé por un momento y dije: ‘Claro, yo soy el tipo chicano tatuado’. Usé lo que Dios me había dado para poder trabajar”, comentó el actor que aunque pareciera que habla español, es nulo el conocimiento de la lengua de sus padres.
Luego de una adolescencia conflictiva en la que entraba y salía de la carcel más veces de las que asistió al colegio, Danny se convirtió en un reconocido actor de culto que lo mismo besa a Jessica Alba, que baila, canta y hace chistes con Los Muppets.
La mayor parte de su adolescencia la pasó en cárceles de California, sin embargo, reconoce que estar cerca de la muerte le hizo cambiar la perspectiva de lo que quería en la vida y lo que deseaba hacer con lo que le restaba.
Así fue que, tras ser extra de películas independientes, su primo Robert Rodríguez —con quien se encumbró gracias a Machete— lo llamó a trabajar y con ello su fama y su patrimonio creció como la espuma (se estima que en 2013 generó USD 75 millones).
Tan sólo este año tiene más de 25 filmes a estrenar, que se sumarán a las 250 películas en la que ha trabajado. A decir de Danny, aún le falta mucho por explorar, pues desea recuperar el tiempo perdido.
“Mi trabajo me lo tomo muy en serio, me encanta lo que hago, es como si no trabajara; imagínate, trabajo con gente talentosa y hermosa, sería equivocado decir que tengo un trabajo duro”, señaló.
El actor de 69 años se siente afortunado, pues además de seguir vivo tras una vida tan tumultuosa, la carrera lo ha llevado a trabajar en proyectos tan disímiles que en ocasiones le sigue sorprendiendo que lo reconozcan.
“El problema es que ahora todos me reconocen —bromea—. Todas las mañanas rezo y agradezco por lo que tengo. Acepto cada foto y autógrafo que me piden, porque esa gente gasta por cada filme en el que trabajo”.