Todas las semanas hay conciertos de todo género en el país. Estos no son los que se realizan en estadios o coliseos, con carteles de artistas internacionales. No. Nos referimos a eventos de mediano y pequeño alcance, cuya existencia viene a ser el motor que impulsa la actividad musical local.
Si bien el tamaño de estos shows puede sugerir que sean más fáciles de hacer que traer a Metallica, el promotor no debe caer en el extremo del descuido. Cuando la organización planifica detalladamente, incluso los imprevistos son llevaderos. Pero si se obvian cosas básicas en un show, por más pequeño que sea, los problemas de un concierto pequeño pueden escalar a ‘mega’.
Sin una planificación adecuada del tiempo, publicidad, producción, permisos y seguridad, hasta los eventos con buena asistencia pueden perder dinero (sin contar con las enemistades y líos legales que también se pueden dar).
Por esa razón, es necesario recordar ciertas reglas básicas del juego, tan divertido como serio, de organizar un concierto independiente. La más básica es hacer un presupuesto real. Aunque muchos ahorren, incluyendo amigos o familiares, en la producción, los mejores eventos pequeños cuentan con gente profesional en cada rubro. Así, el organizador debe fijar tarifas con el local, los músicos, la imprenta y el diseñador (si hace volantes, afiches o entradas), el sonido y sus técnicos, la persona o personas de control en la entrada, y los respectivos -y siempre obligatorios- permisos.
Este último es el paso que, de no cumplirse, puede resultar caro a un gestor improvisado de conciertos. Si el concierto cobra una entrada tiene que tener permisos (Bomberos, municipio, intendencia, Sayce). La única recomendación válida es que el local o la organización haga el trámite respectivo con antelación, para evitar que en el show la multa suene más fuerte que la música.
Otro punto que no se debe olvidar es respetar todos los requerimientos técnicos del artista. Los músicos no están locos; si piden cinco monitores (las cajas por las que se escucha en el escenario) es porque dos o tres no son suficientes para cinco personas. Cuando hay estas omisiones, el músico podría tocar, pero de seguro su performance se verá afectada.
Por último, la regla de oro para cualquier organización de evento pequeño: si no existe el suficiente dinero para producir, no deberá hacerlo. Es decir, si se quiere un cartel con cuatro bandas pero solo hay dinero para dos, no hay que dejar sin paga a la mitad o pagar menos de lo convenido a todos.
Este trabajo siempre será demandante y agotador, sin importar la escala del mismo. No obstante, la atención a los detalles y la seriedad del gestor separa al concierto accidentado del exitoso.
¿Qué debo hacer?
- Tiempo. La planificación empieza meses antes al confirmar el lugar del evento. Sin una fecha y un espacio adecuados no se puede agendar a los artistas ni publicitar el show. Con más antelación el resultado será mejor.
- Publicidad. Crear un evento en Facebook no es la solución. Si bien atrae la gratuidad, el método masivo más efectivo sigue siendo repartir volantes. Enviar boletines de prensa a medios claves es otra opción inteligente.
- Financiamiento. No todo concierto funciona totalmente independiente o con apoyo estatal. Existen empresas medianas y pequeñas que pueden interesarse en llegar al público asistente a un concierto pequeño. Producción. Durante el show es vital dar un sonido e iluminación adecuados para el sitio y los artistas. Además, hay que procurar facilidades de transporte y condiciones de seguridad para sus equipos e instrumentos.
- Permisos. No solo el concierto los necesita sino también el local. El organizador debe asegurarse de que el sitio cuente con toda la documentación en regla para tener música en vivo y operar en determinados lugares.
- Seguridad. Cerciorarse de que el lugar tenga salidas de emergencia señalizadas y extintores de humo. Contratar a personas para controlar e impedir el ingreso de menores de edad (bares) o de elementos peligrosos.
El atractivo del anonimato se repite en el electro
Todo el mundo parece ser seguidor del dúo francés Daft Punk que se llevó cuatro Grammys, hace casi una semana. Parte de su encanto se debe a que pocos han visto sus rostros sin sus cascos espaciales.
Esa idea no solo les da la oportunidad de mantener una vida completamente separada de las luces del entretenimiento en casa, sino que les da ese toque ‘cool’ que sus caras del día a día no les darían.
Pues varios nombres de la música actual han seguido esta línea de usar una máscara o simplemente cambiar de nombre y evitar las luminarias a toda costa. Ese sería el caso de Burial, un productor británico de música electrónica cuyo rostro no muestra mayores resultados en Google y que ha construido toda un aura de misterio alrededor de su personaje artístico.
Aunque esta tendencia fue iniciada por el mundo del rock con nombres como Alice Cooper, Kiss, Gwar y otros, el electro lo explota en la actualidad con varios nombres como los antes mencionados y otros como The Knife, Nike7Up, Hype Williams, iamamiwhoami y Just A Number 05272011.