El delicioso aroma frutal y una mezcla equilibrada de licores convierten al coctel en una tentación difícil de escapar.
A estos ingredientes se suman los tonos de arco iris, que revuelven los sentidos y evocan parajes tropicales de farra y jolgorio.
Fausto Landeta, quien trabaja 37 años de barman en el Hotel Colón, recuerda que en los setenta los quiteños ya disfrutaban de un Cuba libre, piña colada o un martini, cuya base es el gin (una onza o una y media). Landeta reconoce que estos tres cocteles son los más añejos. “Los tragos fueron diversificándose gracias a las ricas frutas nacionales y al aumento de ‘bartenders’, especializados en experimentar con sabores y pizcas de licores”.
Landeta explica que en los dos últimos años los cocteles han tomado vuelo y han ganado más feligreses. Basta ver la carta del Bar Lounge La Pinta -donde además ofrece sushi- para ver la diversidad: 20 cocteles a un costo de USD 12.
El bar es atractivo: decorado con cuadros taurinos y un gran abanico escarlata. La barra, igual seduce, es amplia, de fino mármol. Al fondo, pasando el restaurante de sushi, una cascada ilumina y alegra.
Marcelo Alvarado, barman del mismo bar, cuenta los cocteles más apetecidos: pisco sour -hecho con una onza y media de pisco chileno, una onza de limón y gotas de amargo de Angostura -tiene clara de huevo y azúcar. Otros: Piña colada (su base es el ron), Manhattan (una onza y media de whisky); Cuba libre (onza y media de ron y siete de Coca Cola). Según Alvarado, el coctel más fuertes es el Long Island. “Con dos de estos y a dormir”, dice, y sonríe.
Mezcla cinco tragos blancos (media onza cada uno): gin, vodka, tequila, ron y triple sec (crema), cáscaras de naranja y ¡salud! Los viernes, de 17:00 a 22:00, los golosos del coctel aumentan: el bar presenta música flamenca y picadas.
Más al norte de Quito, en las calles Whymper y Paul Rivet, es la sede de la compañía Victorian’s. Su especialidad: prepara decenas de cocteles para matrimonios, primeras comuniones, bautizos, cumpleaños, etc. Carmen de Gross, ejecutiva de la firma, sostiene que la base de todos los cocteles es un buen ron añejo. De Gross recalca que cada vez abundan las bodas, en las cuales una colorida barra de cocteles, de al menos seis metros de largo, es la atracción de jóvenes y adultos. La razón: pueden pedir una, dos o un poquito más de onzas de licor. Victorian’s tuvo su prueba, y sacó 10, en la boda de la presentadora de televisión, Estéfani Espín: cocteles para 400 invitados. “Hasta las abuelitas bailaron sin pausa“.
Vicorian’s no cobra por coctel; lo hace por cajas de ron consumidas; por ejemplo, en dos cajas hay 24 botellas. “Cada una cuesta USD 12,50 más el IVA”.
En las recientes fiestas de Ambato participó en una serie de actos, como la carrera 4×4, a la entrada de la ciudad, y una fiesta flamenca en el Hotel Ambato (200 invitados), siempre con el variado sabor coctelero.
De Gross sitúa en dos años el despegue del coctel. “Ecuador es privilegiado, tiene una variedad asombrosa de frutas exóticas, kiwi, uvilla, frutilla, mora, mango…”. Santiago Bonilla, uno de los ‘bartenders’ más creativos, estudió en Francia (2000-2005). En Victorian’s es el ‘científico’ que inventa mezclas exquisitas. El Walker Globe -Wine bar- es otro puerto coctelero, en el Hotel Alameda Mercure. Ronald Paz muestra una amplia carta, cuyo costo va desde los – USD 9,60.