Un Coliseo General Rumiñahui repleto recibió a los 14 artistas que se programaron en la primera edición del Chicha Fest. La seguridad del evento contaba con dos filtros de requisa, en donde se decomisó objetos prohibidos entre los que se encontraba el alcohol. Si se menciona este detalle es porque la relevancia del hecho se evidenció en una de las interacciones del intérprete con el público.
Así, cuando a mitad del festival Azucena ‘la jefa’ Aymara puso de pie al público en su coreada presentación, la cantante aprovechó un instante para preguntar a la gente si estaban tomando su aguardiente. La respuesta de la masa fue un rotundo no, enfatizado con un movimiento negativo de manos. Sí, no había bebidas alcohólicas pero eso no fue un impedimento para que los asistentes disfruten del espectáculo desde el principio hasta el fin. El evento empezó con dos actos de apertura que no estaban anunciados en el cartel.
De ellos, se destacó la participación del intérprete de 12 años Jean Pierre quien con una serie de temas populares y un solvente manejo escénico supo ganarse el aplauso de los asistentes que empezaban a poblar los graderíos. A continuación, llegó el turno de las agrupaciones. Tanto la Banda 24 de Mayo como Star Band y Rock Star desplegaron presentaciones marcadas por la interpretación de instrumentos en vivo -algo que no caracterizó a los solistas que llegaron después-. Pese a que los tres actos pusieron a bailar a los asistentes, cabe decir que la vistosa presentación de los patateños con nombre de fecha cívica se robó el show. Sus coreografías y atuendos complementaron una ejecución instrumental por demás destacable.
Los ritmos que sonaron durante la noche fueron variados y la fusión fue la tónica. Así por ejemplo, si la ya tradicional forma de combinar el ritmo de cumbia con el paseíto tuvo lugar, también hubo espacio para novedosas mezclas como el reggaetón con san juanito que propuso la Banda 24 de Mayo o los sonidos urbanos con melodías serranas que caracterizan el reciente trabajo de Patty Ray. Dde hecho, ella fue la primera de los solistas en subir al escenario y cantar sobre una pista de audio. El uso de estas grabaciones facilitó el cambio de artista a artista en comparación con los minutos extra que tomó alistar los instrumentos reales con las bandas.
Aunque las presentaciones de Cecy Narváez, Margarita Lugue, Gerardo Morán y Ángel Guaraca no decepcionaron, se destacaron las de Juanita Burbano, María de los Ángeles y Azucena Aymara. Sus voces de características líricas y apegadas a la tradición del canto nacional sobrepasaron la norma. Además, ellas supieron elaborar un repertorio equilibrado en donde lo bailable daba espacios para momentos más vocales como la breve interpretación a capela de María de los Ángeles o el sentido pasillo que Aymara dedicó a su difunta hija Tanya.
Por otro lado, se notó cierta incomodidad en la presentación de Jaime Enrique Aymara. Esto debido a que el intérprete no se escuchaba al 100% en sus cajas de retorno de audio, lo cuál le llevó a llamar la atención a la gente del sonido en varias ocasiones para solucionar el problema. Quizás eso generó que gran parte del público tomara asiento durante su interpretación, aunque al final de esta sí contó con el aplauso de los graderíos. Historia aparte fue la desaprobación del público para con uno de los presentadores quien tuvo que soportar una silbatina generalizada cada vez que tomaba el micrófono.
Lo cierto es que la gente disfrutó de un espectáculo popular en donde los aspectos técnicos estuvieron a la par de las presentaciones artísticas. Al final, el único ‘elixir’ que el público bebió fue la chicha musical.