La destellante alfombra roja sobre la escalinata del Palacio del Festival acompaña al brillo de las estrellas del cine mundial que, anualmente, desembarcan en Cannes, desde hace 63 años.
“Cannes es el mayor festival de cine, especialmente por su alcance internacional, la apertura a filmes de todo el mundo”, dice Chrystele Theze, directora cultural de la Alianza Francesa de Quito. Ella explica que este balneario del sur de Francia se seleccionó como sede del festival porque le daba un toque de glamour y ‘jet set’ al cine, después de la Segunda Guerra Mundial.
No hubo equívoco, desde mañana y durante 12 días, la agenda de la ciudad girará alrededor de centenares de filmes, de la moda, de la fiesta y de la polémica.
Si la ceniza del volcán islandés Eyjafjallajokull lo permite, actores, directores, promotores y distribuidores arribarán a la ciudad sin mayor contratiempo.
Entonces, como en ediciones anteriores, descenderán de lujosos yates o cruzarán las puertas del Hotel Carlton para sentir el sol, la brisa y los disparos de los fotógrafos (4 000 acreditados para este año). Ayer, el estadounidense Tim Burton fue el primero en llegar. Él presidirá el jurado que el 23 de mayo premiará al mejor filme de los 19 que compiten en la selección oficial.
‘Robin Hood’, de Ridley Scott y protagonizada por Russell Crowe y Cate Blanchet, no compite, pero inaugura las proyecciones, como lo hiciera el año pasado la cinta de animación ‘Up’. Son dos ejemplos de cómo los grandes estudios ven en este festival una vitrina para su promoción.
Un mercadeo que también se evidencia en las negociaciones entre los distribuidores o en las chicas en biquini que intentan llamar la atención de algún agente. Eso es lo que ha visto Daniela Creamer, periodista ecuatoriana que desde 1988 cubre el festival y quien anoche tenía previsto viajar a Francia.
El Mercado del Cine es una actividad alternativa del festival, que también se encamina para fines promocionales. Allí alrededor de 10 000 personas compran y venden filmes.
Cortometrajes, óperas primas y cintas de menor presupuesto o de temáticas no tan comerciales igualmente se incluyen. Una de las secciones que brindan este espacio es Una cierta mirada, en cuya edición del 2004 participó ‘Crónicas’, del cineasta ecuatoriano Sebastián Cordero.
Allí ahora estarán leyendas del cine como Jean Luc Godard con ‘Socialisme’ o propuestas prometedoras como ‘Carancho’, del argentino Juan Pablo Trapero.
Entre proyecciones, ruedas de prensa, paseos, fiestas y cenas, el trajín en la ciudad, durante el festival, se inicia a las 06:00 y concluye en horas de la madrugada.
Cannes, dice Creamer, es un placer en todo sentido: desde el deleite gastronómico frente al mar, hasta las fiestas en palacios y castillos o en las mansiones de diseñadores de moda como Christian Dior o Pierre Cardin.
Para esos encuentros están las mejores galas. Para el diseñador Luis Tippán, en el festival la alfombra roja se magnifica, pues se da cobertura y se pone en vigencia a los diseñadores: “Cannes es importante porque permite poner la firma en creaciones bajo tendencia, bajo color y bajo otros parámetros de moda”.
Pero no solo los vestidos lucen en Cannes sino también los carteles de protesta. Más de una vez activistas a favor de los animales o ecologistas han visto en la cobertura mediática del festival una posibilidad de mercadeo.