Su abultada melena se movía tras los sucesivos giros que Jonatan Espín hacía con su cabeza. Con este movimiento este rockero seguía el ritmo trepidante del grupo metalero cuencano Basca. Esta banda, nacida a finales de la década de los ochenta, fue uno de los tres grupos que antecedió a Ángeles del Infierno, que tocó el viernes para sus fans capitalinos.Los otros dos fueron Ambrosía de Hiel y Bajo Sueños. Durante casi tres horas, estas tres bandas ecuatorianas fueron ovacionadas por el público que asistió a la plaza de toros para disfrutar de una noche de rock. Uno de los más aclamados fue Basca, que tocó un repertorio de 15 canciones, como Milicia, Ándate, Culpable, Sucesor y otras. Tras su presentación, casi a las 23:15, apareció Ángeles del Infierno. El primero en subir a la tarima fue el vocalista Juan Gallardo. Un juego de luces intermitentes enfocó, de forma aleatoria, a cada uno de los miembros de la banda. El público deliraba. Algunos jóvenes, con sus cuerpos, empujaban con fuerza la valla de seguridad que los separaba del escenario. Detrás de ellos, varios uniformados contrarrestaban esta fuerza que parecía desbordarse. Algunos metaleros solo cerraban sus ojos, agitaban la cabeza y movían los brazos, como simulando el golpe contra la batería. Parecían en trance. Otros levantaban sus brazos cubiertos con gruesos brazaletes de cuero y solo dejaban ver tres dedos de la mano: el pulgar, el índice y el meñique. Cerca del escenario, los jóvenes hacían mosh, un tipo de baile caracterizado por saltos y empujones. La primera canción de Ángeles del Infierno fue ‘Todos somos ángeles. En ese momento, Fernando Quinga, 21 años, y Javier Rosero, de 24, saltaban y gritaban. A diferencia de otros, ellos tenían el cabello muy corto. “No pudimos mantenerlo largo por nuestro trabajo”, dijo Javier. La siguiente canción fue El principio del fin, uno de los temas que más gusta a Samanta Rivadeneira. Ella es fanática de este grupo, desde que tenía 15 años.“Yo reí y lloré con Ángeles del Infierno cuando estaba en el Colegio Rumipamba”. Ahora tiene 33 años y recuerda sus canciones. Cerca del escenario los seguía con la mirada y cantaba: “Es el principio del fin, sangre en la tierra, fuego en el cielo, es el principio del fin. Jinetes negros cabalgan ya quemando el aire al pasar…”. Michele, de 17 años, fue sola al concierto. Una capucha gris cubría su cabeza del frío de la noche quiteña.
“Me gustan mucho las letras de las canciones de los Ángeles, sobre todo, Pacto con el diablo”. Esta canción también estuvo en el repertorio de esta banda, así como también Rocker, una de las favoritas de Fernando Quinga. Cerca de ellos, no dejaba de saltar Jonatan Espín que llevó a su sobrino, Sebastián Almeida, de 13 años, al concierto. Para Espín, las canciones del rock metálico tienen sentido, a diferencia del reggaetón”. En la canción Rocker, Santiago Chasipanta, diseñador gráfico y rockero, desde que tiene uso de razón, intentaba hacer la mejor toma del grupo español.“Hace años que tomo fotos de los conciertos de rock; es otra manera de vivirlo”. El concierto finalizó cerca de la 01:00, con la canción Al otro lado del silencio. Afuera de la plaza, los rockeros que no ingresaron, también cantaban este tema.