Sira no se despega jamás del lado de su dueña. Julia Estrella tiene una enfermedad que le hizo perder la motricidad de la mitad de su cuerpo. Sira es una pastor alemán de pura raza y pasó un año en entrenamiento para poder cuidarla. “Es parte de mí, no me muevo sin ella”, afirma Julia.
Mientras camina por la calle, Sira se inquieta si siente algún peligro. Es dulce, pero nunca olvida que su función es proteger. No duda en defender a Julia si alguien pretende hacerle daño. Sira, al igual que otros perros de terapia, fue adiestrada de acuerdo a las necesidades de su dueña.
Mauricio Dávila, especialista en psicología canina, afirma que además del entrenamiento personalizado se deben trabajar con emociones. “Los perros son un soporte anímico en casos de enfermedades graves”, asegura.
“Además de los humanos, son los únicos que pueden buscar emociones en los ojos de las personas”, dice. Esta capacidad para establecer conexiones hace de los perros verdaderos amigos de los seres humanos. Julia habla de Sira con un cariño infinito. “Nena” le dice de cariño, y es evidente que la relación que mantienen es de mucho afecto.
En el caso de pacientes con ciertas enfermedades, los canes pueden distinguir cambios o alteraciones físicas. A una persona con epilepsia, le puede alertar antes de que ocurra un ataque.
No está claro si se produce un desbalance químico o una descarga eléctrica que percibe el animal. Pero según Dávila, el perro solo puede detectar esto cuando son ataques esporádicos porque su mascota va a poder diferenciar cuándo está bien y cuándo no.
En el caso de Julia, quien padece artitis reumatoidea articular, Sira le avisa cuando va a sufrir espasmos. “Se pone muy inquieta y casi que me obliga a tomarme la medicina”, cuenta Julia. Hay perros que pueden sacar teléfonos de una cartera o un bolsillo como señal de que se debe pedir ayuda. Todo depende del adiestramiento que reciban.
Sin embargo, es importante entender que los animales no son una cura para estas enfermedades. En esto es enfático Dávila quien ha recibido muchas cartas de personas que piensan que los perros les van a curar. “Al animal lo vas a tener por seguridad y por compañía”, recalca.
La mayoría de accidentes fatales son por caídas y golpes cuando llegan los ataques. El animal de terapia puede dar una alerta para que la persona se coloque en una posición más segura, mas no puede evitarlos.
Principalmente se trata de acompañar a la persona en un momento difícil. El perro de compañía no va a abandonar a su dueño en una crisis médica. El paciente va a encontrarse con alguien conocido y de confianza. Los expertos aseguran que esto le da seguridad y ayuda en la recuperación.
Para ver resultados se requiere de un adiestramiento de por lo menos 6 meses pero para resultados óptimos debe ser de un año. En estos procesos es fundamental la participación de los dueños que deben prepararse para manejar a los animales.
Se trabaja en la personalidad de los perros, la obediencia, la sociabilidad como punto de partida. Luego se debe pensar en trucos y habilidades especiales adecuadas para cada caso. Sira es dulce, es buena con los niños y permite que jueguen con ella sin molestarse. Eso sí, tiene muy claro quién es su dueña y su atención siempre está en Julia.
El requisito principal para tener un perro de terapia es que la mascota tenga buena relación con el dueño, que haya sido criado con la persona desde los primeros meses. Un animal de compañía o de cuidado no puede hacer su trabajo desde el patio de la casa, es necesario que tenga libertad para moverse y cercanía con su amo.
Julia adoptó a Sira hace algunos años. “Cuando una mascota llega a tu vida es por amor, no se compra ese cariño”, asegura. Al principio nadie apoyó su idea de tener un perro de compañía, pero Julia está segura de que ha sido una de las mejores decisiones que ha tomado.