El próximo viernes 25 de noviembre de 2016 se inaugurará la XIII edición de la Bienal de Cuenca ‘Impermanencia. La mutación del arte en una sociedad materialista’. A partir de las 19:00, en el auditorio del Museo Pumapungo, se premiará a los tres ganadores, de acuerdo con el veredicto del jurado integrado por la cubana Lupe Álvarez, el brasileño Gaudêncio Fidelis y el francés Bernard Marcadé.
En esta ocasión hay una novedad con relación a las ediciones anteriores. Los organizadores decidieron dar un nombre a los tres premios que históricamente se han entregado. Fueron nombrados como Julián Matadero, El Guaraguao y Piedra de Sal.
Estos nombres fueron propuestos por un comité académico y se basan “no solo del rico fundamento antropológico que sustentan las cosmovisiones y los imaginarios locales, sino que atiende a aspectos consustanciales a la historia y/o a la geografía de las tres regiones del país: Costa, Sierra y Oriente”.
En esta edición participan más de 50 artistas de 27 países mostrarán sus creaciones en las 20 sedes previstas en la capital azuaya. En la velada de la inauguración se presentarán el grupo musical Taribo, la intérprete Karla Kanora, la Compañía de Danza de la Universidad de Cuenca y el grupo Voices.
Los tres reconocimientos serán entregados por el alcalde de Cuenca, Marcelo Cabrera, el ministro de Cultura, Raúl Vallejo y el representante de la Unasur, Andrés Duprat, quien es director del Programa IN-SITU. Arte en el espacio público.
Este programa será presentado a las 11:30 del viernes 25 de noviembre, en el parque de la Madre de Cuenca. Fue desarrollado por el Fondo de Iniciativas Comunes de la Unasur para apoyar las obras de 12 artistas de los países miembros. Este evento contará con la presentación del performance El ciclo de la vida, de la artista chilena Francisca Benítez. Es una pieza de creación colectiva en la que participan los estudiantes de la Unidad Educativa Especial Claudio Neira Garzón.
Además, se presentará la instalación interactiva de Leandro Erlich Corre para escuchar, que está conformada por 63 varillas tubulares y metálicas hincadas en una orilla del parque que funcionan como un gran teclado que devela una melodía cuando el público lo toca.