Un encuentro para repensar al montuvio urbano

El conversatorio tuvo la participación de historiadores y sociólogos del país. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

El conversatorio tuvo la participación de historiadores y sociólogos del país. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

El conversatorio tuvo la participación de historiadores y sociólogos del país. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

Están en los lugares más insólitos. Hay cientos de montuvios en Galápagos (476), miles en la Amazonía (4 820) y decenas de miles en la Sierra 
(66 713), según las cifras de la autoidentificación étnica del Censo de 2010.

Willington Paredes, catedrático e investigador universitario, dice que incluso hay montuvios de piel negra en los límites entre Esmeraldas y Manabí.
 Esa dispersión y la concentración en zonas urbanas enfrenta al pueblo montuvio a un proceso de transculturación y globalización: la adopción de formas de otras culturas que sustituyen completa o parcialmente las formas propias, advirtió el académico.


En el foro La identidad montuvia en el siglo XXI, más allá del folclor se abordaron los problemas de construcción identitaria del grupo étnico en el nuevo siglo. El evento hizo parte de la programación de ‘Soy montubio’ (sic), una semana de actividades en la que estudiantes de la Universidad Católica de Guayaquil buscaron acercar las expresiones de los pueblos campesinos.
“El mundo tejido en redes interpela a todas las identidades. La globalización se nos presentaría como un ventarrón que saca la vestimenta a los ciudadanos y los deja desnudos, con lo que tienen que volverse a vestir”, dijo Paredes.


El historiador sostuvo que el problema no es solo para -el montuvio, sino para todas las identidades locales y nacionales. Estas se encontrarían enfrentadas a “un proceso de extroversión identitaria” que requiere de estrategias de autodefensa y fortalecimiento de las sociedades locales. Propuso empezar por identificar y hurgar en los referentes.
“Cuando hablamos del mundo montuvio hablamos de una etnicidad y de un agente productivo que sustenta la agroeconomía de un mercado interno y de exportación (…) Pero hasta ahora solo existe como folclor”, dijo.


En el foro también se abordó el problema de los descendientes de personas montuvias que terminan identificándose más con lo urbano.
Melissa Gavilanes, guayaquileña de raíces campesinas y coordinadora del evento, dijo que los habitantes de las ciudades pueden avergonzarse de sus orígenes, porque existe una imagen estereotipada y llena de clichés que relacionan a este pueblo con lo meramente ignorante, grosero e incivilizado, algo que ella rechazó.


José Miguel Rubio, director de urbanismo del Municipio de Guayaquil, explicó que en su caso ha encontrado una forma de mantenerse en contacto con sus orígenes desde Guayaquil, como parte de la Asociación de Caballistas de la ciudad.


Los 256 asociados organizan cabalgatas, juegos de competición y excursiones a caballo de hasta tres días por poblaciones y montañas del Litoral, en las que acampan y cocinan al aire libre. En su caso, su familia proviene de Colimes (Guayas).

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