Los empresarios textiles y de ropa tienen dos perspectivas sobre la definición de tallas

Elisa Sandoval, integrante del Sector Textil de la Capeipi,  trabaja sobre un maniquí. Foto: Paúl Rivas/EL COMERCIO

Elisa Sandoval, integrante del Sector Textil de la Capeipi, trabaja sobre un maniquí. Foto: Paúl Rivas/EL COMERCIO

Elisa Sandoval, integrante del Sector Textil de la Capeipi,
trabaja sobre un maniquí. Foto: Paúl Rivas/EL COMERCIO

En el Ecuador se manejan distintos parámetros para establecer tallas. Por lo general, cada empresa define el tallaje de acuerdo con sus clientes. Así lo da a conocer Gustavo Moscoso, diseñador de moda y dueño de la línea GM que se comercializa en Megamaxi.

Para crear su marca comercial, el empresario cuencano primero hizo estudios de mercado. Después partió de la talla que él usa, la S, para hacer ajustes y fabricar las otras tallas.

La experiencia en Pinto es otra. Esta empresa define sus tallas conforme a las bases de datos de sus clientes y a modelos de tallaje, indica Carla Pinto, apoderada especial.

Las tallas de esta marca son un poco más grandes con respecto a otras empresas de fabricación nacional, pues para Pinto esas son las medidas estándar de sus clientes.

Ambos empresarios concuerdan con que deben ser las marcas las que definan las tallas de acuerdo a sus clientes y a su mercado objetivo. Por otro lado, grupos como la Asociación de Industriales Textiles del Ecuador (AITE) han pedido a las autoridades del Instituto Ecuatoriano de Normalización (Inen) que realice una actualización de las normas del tallaje vigentes.

La guía data de la década de los 70, según Javier Díaz, presidente ejecutivo de la AITE. “Se consideraba que era un buen momento para realizar una actualización de esas normas, que sirven como referencia para que se pueda estandarizar la producción y tener un tallaje más acorde a la realidad fisionómica de los ecuatorianos”, explica.

El proceso está atado a estudios antropométricos. Se miden las distintas partes del cuerpo de hombres y mujeres; se considera cuello, cintura, largo de pierna, largo de brazo... Así se determinan las dimensiones estándar para una talla pequeña, mediana, grande o extra grande. Díaz considera que estos estudios se deben realizar con una periodicidad de 10 o 15 años.

“El tema de las tallas requiere de mucho seguimiento y conocimiento del mercado”, concuerda Moscoso. El diseñador dice que hay muchos factores que influyen en la evolución de las tallas: el mestizaje, la geografía, entre otros.

Elisa Sandoval, miembro del Sector Textil de la Cámara de la Pequeña y Mediana Empresa de Pichincha (Capeipi), cuenta que las regiones son grandes determinantes de las diferencias en tallas.
Sandoval es dueña de la empresa de uniformes institucionales Creaciones Charme. “En cada institución de la Sierra y de la Costa me encuentro con mujeres de diferentes cuerpos. No sabía qué hacer para estandarizar mis tallas”, expresa la empresaria.

La representante de la Capeipi cuenta que acudió a un médico para preguntarle porqué los cuerpos de las mujeres de la Sierra son más amplios en el tórax, en relación a las siluetas de la Costa.

La explicación es que en la Sierra, debido a la altura, los pulmones son más grandes y por lo tanto la caja torácica es más ancha. “Este conocimiento me dio la posibilidad de hacer un tallaje para las mujeres de la Sierra y otro para las de la Costa”, indica.

Sandoval cree que si el Inen hiciera los estudios antropométricos, las empresas podrían tener acceso a estos conocimientos de forma rápida, mejorando su producción y la satisfacción de los clientes.

Mientras tanto, Pinto y Moscoso creen que estas normas pueden ser una traba, pues la moda no es equivalente a la estandarización.

Para Pinto, algunas medidas que ha establecido el Inen son incoherentes: “No se puede tener talla única, entonces el Inen pide que le asignes talla a artículos como bufandas”, explica la empresaria ecuatoriana para aclarar su postura.

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