El tiempo de recuperación luego de una embolización es de 24 horas. Foto: Cortesía
La ficha médica de Alexandra Ortiz, de 26 años, tiene la etiqueta “catastrófico”. Llegó al Hospital Eugenio Espejo con un fuerte dolor en el lado derecho de la cabeza que se extendía desde el ojo hacia atrás. Fue diagnosticada con un aneurisma cerebral el 2011. Esta condición pertenece al grupo de malformaciones arteriovenosas cerebrales, que requiere atención prioritaria.
Según Julio Gordillo, neurocirujano del Hospital Metropolitano, el mayor peligro es que el aneurisma se rompa y cause un sangrado. “Las consecuencias pueden ir desde un pequeño dolor de cabeza cuando el sangrado es leve, hasta la muerte del paciente si es grande”.
Las estadísticas reportan que el 50% de pacientes, a quienes se les rompe el aneurisma, no logra llegar a los hospitales y fallece. De los que sí llegan a las casas de salud, el 50% tiene complicaciones que pueden llevarle a la muerte. El porcentaje restante de casos puede ser manejado en los hospitales con tratamientos específicos y con consecuencias .
En septiembre del 2011 a Ortiz le practicaron una intervención para cortar el flujo de sangre del aneurisma. Este
procedimiento se conoce como embolización. A través de una arteria se inserta un catéter que, guiado por rayos X, llega a la zona donde se encuentra el aneurisma cerebral. Luego se inserta otro catéter por donde se introducen unos alambres pequeños, llamados coils, para rellenar y cerrar el aneurisma.
Este procedimiento, relativamente nuevo, se utiliza con más frecuencia que las cirugías. Es menos invasivo y su tiempo de recuperación es menor, asegura Édgar Samaniego, médico encargado de este departamento en el Eugenio Espejo.
En el caso de Ortiz, la operación fue exitosa. Sin embargo, tres años más tarde se hizo un control donde se encontró que el aneurisma había crecido. Bajo estas circunstancias Alexandra Ortiz necesita una nueva intervención, de acuerdo con el informe médico del hospital. Por eso ingresó a la lista de espera para la embolización en septiembre del 2014.
“En la oficina de Trabajo Social del hospital me dijeron que esperara, que tienen que ir llamando a la gente que está desde el año anterior”, afirma. Según un vocero del hospital, hay 50 pacientes en la lista de espera desde hace dos meses. Sin embargo, hasta el momento, Ortiz no tiene fecha para su intervención.
Las autoridades del hospital dijeron que se debe a la cantidad de pacientes que llegan de emergencia. En esta casa de salud, durante la semana, se hicieron cinco cirugías de las cuales tres fueron emergencias y dos programadas. El equipo comparte también con otros departamentos, por lo que es un servicio congestionado. Al año se tratan alrededor de 90 casos de aneurismas cerebrales en esta unidad médica.
Debido a la alta mortalidad, el diagnóstico temprano es esencial. Los aneurismas se presentan en diferentes tamaños y un estudio de cada caso determina cuáles son prioritarios. Pero el doctor Gordillo asegura que mientras más tiempo espere una persona para realizarse la intervención corre más riesgo de que se rompa. “Estos pacientes tienen que estar en reposo, sin agitaciones fuertes”, asegura. Tener enojos fuertes, esfuerzo físico, un simple estornudo o incluso la actividad sexual pueden hacer que se rompa el aneurisma.
Dependiendo de la ubicación y el tamaño del aneurisma, el paciente puede mostrar un párpado caído. Los pacientes que presenten un dolor de cabeza severo, el más fuerte de su vida, deben hacerse una angiografía cerebral para poder diagnosticar y ubicar el aneurisma en las arterias del cerebro.