José Sanz (centro) junto al equipo de la revista Numbers, en Quito. Foto: Andrea Medina / EL COMERCIO
El año anterior la llegada masiva de ciudadanos españoles se desaceleró, según los datos migratorios y los registros de residentes en el país que tiene el Consulado de España.
En el 2016 hubo una mayor cantidad de españoles que abandonó Ecuador frente a los que llegaron.
Una mejor seguridad social y la búsqueda de nuevas oportunidades de empleo son las principales razones que pudieron haber motivado el regreso a España. En eso coinciden los españoles entrevistados.
El país se convirtió en el primer receptor de estos ciudadanos, tras la crisis económica de España, por encima de Inglaterra, Francia, Alemania o Argentina, según el Instituto Nacional de Estadísticas de España (INE). De los 7 524 residentes que había en Ecuador en el 2010, aumentaron a 31 876 en el 2014, según el INE.
Según el Consulado, la mayor cantidad está en Pichincha, Tungurahua, Chimborazo y Santo Domingo.
José Miguel Diez, consejero general de Ciudadanía Española en el Exterior y presidente del Consejo de Residentes Españoles de Quito, explica que en la información que ellos registran como oficial están tomados en cuenta los menores de edad que no aparecen en el censo del INE.
“Cuando hablamos de españoles no solo son los de origen, son los ciudadanos con pasaporte español. El 95% de los españoles que vienen acá son ecuatorianos”.
Diez confirma que desde el 2016 ya no hay llegada masiva, pese las oportunidades laborales y académicas como las del programa Prometeo, que atrajo a muchos hace tres años. “Fue una mano calificada importante la que vino con estos programas, pero fueron cientos, no más”.
Profesionales que vinieron y se quedaron
Marina Pérez y Noelia Herrero llegaron al Ecuador a través de esa convocatoria. Ahora, ambas trabajan en investigación científica en la Universidad Tecnológica Indoamérica (UTI), en Ambato.
Pérez vino en el 2014 y actualmente coordina proyectos en la Facultad de Arquitectura y Artes Aplicadas. No planifica retornar a España.
Ella fue invitada por el Gobierno y postuló en el plan Prometeo. La Universidad de Cuenca eligió su perfil, donde trabajó dos años y luego fue contratada por la UTI. “El país nos da la oportunidad de aplicar nuestros conocimientos y eso no ofrecen en otros sitios”.
Herrero vino el año pasado. Es docente de la Facultad de Ingeniería Industrial y tampoco tiene planes de volver. Conoció Ecuador por el plan Prometeo al que aplicó, pero se quedó en Brasil donde trabajaba. Luego retornó a España y postuló nuevamente para Ecuador. “El lugar donde vives debe ser donde está tu trabajo”.
José María Sanz llegó hace cuatro años porque su esposa, de Tulcán, quiso regresar a Ecuador. “La vida aquí es buena para el extranjero, porque hay mucho sentido de tolerancia”. Sanz es licenciado en Filología y ahora se desempeña como editor en jefe de la revista Numbers, de la empresa Kreab. En las tardes, trabaja en un nuevo proyecto de restauración de textos antiguos y con su esposa ya decidieron no volver a España.
En la provincia tsáchila, varios españoles están vinculados a la docencia, como el biólogo Rafael Suárez. Él llego en el 2013 para hacer una pasantía y aún no sabe cuándo volverá.
“Mi país estaba en crisis y en Ecuador, por el contrario, la economía marchaba bastante bien. Eso me motivó a tomar la decisión de conocer el país”.
Suárez trabaja con Lara Cañadas, oriunda de Madrid, en varios proyectos. Ella viene cada verano para investigar los cultivos de café y cacao.
Cañadas también colabora en el Jardín Botánico Padre Julio Marrero y tiene previsto un proyecto, junto con Suárez, para sembrar cacao en un sitio específico del jardín.
Para Diez, las playas y las localidades costeras son atractivas para los españoles que se jubilan y para los académicos.
En Esmeraldas vive Manuel González, quien llegó en el 2013 por la crisis. Vino a trabajar en proyectos de cooperación internacional con los refugiados. Ahora enseña Derecho en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y
trabaja con la Agencia Española. Afirma que no tiene planeado regresar a Granada, de donde proviene.
Nuria Rey también vive en la ‘Provincia Verde’ en donde enseña diseño gráfico. Antes trabajó en algunos hoteles de Atacames. “A veces siento nostalgia, pero no tengo la idea de volver porque me siento a gusto en Ecuador”.
En Guayaquil reside Juan Carlos Bamba desde hace cuatro años. Él da clases de diseño y crítica arquitectónica en la facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil.
Bamba arribó a Ecuador por un amigo que conoció mientras hacía su maestría en la Universidad Politécnica de Madrid. No vino solo, lo acompañó otro arquitecto español, Alejandro González, quien también es docente. Pese a que se siente feliz aquí, confiesa que extraña su patria. Su objetivo a largo plazo es regresar.
En la urbe porteña también está Cristóbal Aguilar, de 24 años, gerente de una compañía que comercializa insumos para la producción bananera.
Llegó al país hace casi un año, tras no haber conseguido empleo en España luego de obtener su maestría en Administración de Empresas, en la Universidad de Alicante. Por ahora, piensa quedarse tres años más en Guayaquil y luego volver a España.
En contexto
La crisis del 2013 fue una de las razones que motivaron a los españoles de origen y a ecuatorianos con esa nacionalidad a venir a Ecuador. En el 2014, la cantidad de residentes se cuadriplicó a la del 2010. Ese crecimiento se detuvo desde el año pasado.