Las piedras tácitas sirven para leer los astros. Foto: Xavier Caivinagua/EL COMERCIO
Dumapara fue un sitio estratégico para los incas y cañaris por su ubicación entre las cordilleras occidental y oriental y porque allí atraviesa el Camino del Inca, en el sur de Azuay. El Municipio de Nabón invirtió USD 24 000 en la recuperación de una parte de este complejo arqueológico.
Su riqueza histórica y las tareas de recuperación constan en el libro ‘Dumapara’, que fue presentado el 7 de este mes por el arqueólogo Jaime Idrovo. Este lugar guarda una interrogante que no ha sido resuelta: si bien la estructura es inca, todos los vestigios encontrados son cañaris.
Idrovo, quien lideró las tareas de recuperación, tiene una hipótesis. Él presume que fue un sitio de paz. Es decir, no hubo revueltas cañaris tras la conquista inca, que asentó allí la producción local de utensilios y artefactos.
El sitio de Dumapara fue documentado por primera vez por el cuencano Francisco Talbot hace un siglo. Él graficó la mayoría de estructuras, que aún siguen visibles. Pero hubo un proceso de destrucción sistemático, porque los pobladores usaron la piedra de los muros para sus obras, dice Idrovo.
Allí, hubo un edificio grande de 100 metros de largo por 40 de ancho con una serie de divisiones, que es conocido como kallanca. Sirvió para el alojamiento de los caminantes o del ejército inca. Si bien las kallancas tradicionales -según Idrovo- están separadas, en este caso se hallan unidas.
Hay una cancha (patio), que es el eje de la arquitectura inca. Otras estructuras importantes son las colcas o bodegas donde se guardan alimentos y provisiones para los soldados que cruzaban el Camino del Inca. Sus muros están bien conservados con más de un metro de altura, en algunos tramos.
Dumapara también cuenta con un pucara, que es un sitio defensivo, estratégicamente ubicado para mirar los caminos secundarios que los incas usaban para ir a la Costa.
A cinco minutos está la laguna amurallada de Los Remedios, donde se realizan ritos chamánicos y rituales de purificación. Según Idrovo, no se conoce si en la época pre-incaica o incaica se construyó el muro y un graderío. Allí, hay piedras conocidas como tácitas, que tienen huecos profundos de tipo cónico.
Idrovo explica que si las piedras son ubicadas en sitios estratégicos sirven para leer los astros. “Los orificios se llenan de agua y con su reflejo se puede calcular los equinoccios y los solsticios”.
En la recuperación, que duró tres meses, se incluyó un cementerio, donde hay un pozo de ofrendas, posiblemente, para la Pachamama. Dumapara tiene un área de influencia de tres kilómetros a la redonda. Se hizo una limpieza general, se reutilizaron las piedras caídas para levantar parcialmente los muros y hubo excavaciones.
Idrovo destaca que este lugar sigue siendo importante. “Trabajamos durante los meses que se realizan las romerías a El Cisne y por el sitio cruzaron miles de personas usando el Camino del Inca, para llegar al santuario, ubicado en una antigua huaca cañarí vinculada con la lluvia y ritos lunares”.
La caminata de Dumapara a El Cisne puede durar un día y medio. Se usa el Camino del Inca hasta San Lucas, en Loja y desde allí se toma un camino secundario.