La voz de ‘Don Naza’ retumbó en Ecuador y Colombia

Segundo Nazareno Mina fue una de las voces más poderosas de la música afroaesmeraldeña.

Segundo Nazareno Mina fue una de las voces más poderosas de la música afroaesmeraldeña.

Segundo Nazareno Mina fue una de las voces más poderosas de la música afroaesmeraldeña. Foto: Archivo particular de Bambuco

La trascendencia de Segundo Nazareno, más conocido como ‘Don Naza’, dentro de la música ecuatoriana es tan grande que el Ministerio de Cultura lo reconoció como Leyenda Viva del Patrimonio Sonoro del Ecuador en el 2012. El martes 28 de marzo de 2017 murió, a sus 96 años; vivía en el Asilo de Ancianos ‘Esposos Bishara’ en la parroquia Tachina, Esmeraldas.

Durante su niñez y adolescencia, ‘Don Naza’, el dueño de una de las voces más potentes y fluidas del país, se ganó la vida limpiando semillas de plátano y guineo, sembrando cacao y recolectando la savia de los árboles de caucho.

En 1999, recién empezó a formalizar su carrera musical, cuando integró Bambuco, junto con los músicos Hugo Quiñónez, Larry Preciado y Alfredo Caicedo, entre otros.

Para el músico Jorge Oviedo, la muerte de ‘Don Naza’ deja un hueco enorme dentro de la música ecuatoriana y afroamericana. “A Segundo Nazareno no le importaba si estaba cantando o tocando la marimba, siempre tenía la misma entrega, la misma claridad y el mismo espíritu en sus interpretaciones”. Oviedo agrega que su muerte también es un alerta sobre la memoria del trabajo sonoro que realizan los músicos en el país. “Si él -dice- no hubiera sido parte del proyecto ‘De Taitas & de Mamas’ no habría un registro de sus chigualos y arrullos”.

Ivis Flies, productor de ‘De Taitas & de Mamas’, conoció a ‘Don Naza’ hace 25 años. Trabajaron juntos en varios proyectos, entre ellos uno en el que se fusionaron música afroesmeraldeña y jazz. También. produjo el disco ‘Bambuco’, al que Flies define como el primer paso para la aparición del disco ‘Yo soy el hombre’, que se grabó hace 15 años.

Flies destaca la voz profunda y poderosa y la genialidad creativa que tenía ‘Don Naza’. “En cada interpretación se sentía el ‘groove’ negro que tenían sus notas. Era único en toda la comunidad afro del Pacífico. Fue un referente muy respetado y querido en Ecuador y en Colombia”, dice.

A pesar de que, en los últimos años de su vida, Nazareno se convirtió en un referente cultural Flies sostiene que nuevamente el país queda en deuda porque murió en el olvido como muchos de los grandes artistas locales. El asilo en el que estaba alojado, desde el año pasado, pertenece a una comunidad religiosa que lo acogió; ni él ni su familia tenían recursos para pagar uno privado. Únicamente sus compañeros músicos de los últimos años lo apoyaban económicamente, cuando lo necesitaba. De hecho, el ataúd fue donado por la Prefectura de Esmeraldas y el velatorio se llevó a cabo en la sala de la casa de una sobrina de ‘Don Naza’.

Durante su dilatada carrera musical ‘Don Naza’ se dedicó a recuperar las tradiciones y costumbres de la cultura afroesmeraldeña. Entre esas tradiciones destacan el canto a la Virgen del Carmen, San Antonio, San Martín de Porres y el nacimiento del Niño Jesús.

Estas tradiciones sonoras a las que se suman cientos de arrullos y chigualos sonaron en los grupos que integró como el de Elí Lerma; Tierra Son y Tambor, invitado por Papá Roncón; Petita Palma; y el grupo Tierra Caliente. ‘Don Naza’ también cantó con Santiago Mosquera, de Jolgorio Internacional y el grupo Pueblo Alabao, de Telia Estupiñán.

Entre los reconocimientos que recibió está una condecoración al mérito cultural por el ex Congreso Nacional, en octubre del 2004 y otra por parte de la Secretaría de Cultura y Turismo de la Alcaldía de Santiago de Cali. Pero todo se antoja insuficiente para su talento.

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