Las distracciones pueden ser muy perjudiciales a la hora de hacer ejercicios. Foto: Wikicommons
Los estímulos sensoriales alteran la concentración, lo que provoca posibles accidentes, pero también la disminución del rendimiento.
Los estímulos visuales, como la televisión y la lectura, son los que más pueden perjudicar en la práctica de ejercicios. Es muy difícil que una persona sea capaz de mantener una alta intensidad en las máquinas si su concentración se desvía a alguna de esas actividades. “Todos los estímulos visuales van a generar una pérdida de la concentración y de la percepción del esfuerzo”, dice Daniel Zapata, profesor del Laboratorio de Ciencias del Ejercicio de MEDS.
Si lo que se está haciendo es un ejercicio de baja intensidad, no es contraproducente ver la televisión o leer, pero si se desea llegar sobre el 65% de la intensidad máxima, se requiere una mayor concentración.
Los distractores visuales también pueden afectar la posición del cuerpo en la trotadora, ya que correr requiere mantener una postura erguida y bien balanceada, no así en la bicicleta. César Dinamarca, gerente de Smart Fit sede Vitacura, ha presenciado varias caídas desde la trotadora de personas que se distrajeron viendo la televisión. “En esta máquina recomendamos escuchar música, que distrae menos”, señaló.
Otra consecuencia de los estímulos visuales son las lesiones. “El problema viene a nivel biomecánico. Cuando estás leyendo un libro o viendo la TV, la línea de la mirada cae hacia abajo.
Entonces inclinas el cuello hacia el piso, echas el cuerpo hacia adelante, y el centro de gravedad se desplaza, lo que puede traer lesiones”, dice Beatriz Crespo, doctora en Ciencias del Deporte de la Universidad de Castilla la Mancha, en Toledo, España.
En general, entrenar todos los días con un mismo distractor puede conllevar riesgos, advierte Crespo. “Lo que hacemos primero los humanos es recibir la información por los sentidos. Cuando alteramos las entradas sensoriales, los movimientos se verán afectados”.
La música, en cambio, puede mejorar el rendimiento y la motivación, y retarda la fatiga, explica Dinamarca. Así, el cuerpo puede prolongar el tiempo y la intensidad del ejercicio.
Claudio Araya, psicólogo de la Universidad Adolfo Ibáñez e instructor de Mindfulness, recomienda simplificar los estímulos y estar atentos a las sensaciones del cuerpo: conectarse con la respiración o sentir cómo el cuerpo se estira, por ejemplo. “Es paradójico que queramos cuidar el cuerpo, pero exista una desconexión con él; en que este está por un lado y la mente por otro”, dice Araya.