El artista ha realizado más de una veintena de exposiciones en Carchi, Imbabura, Pichincha, Tungurahua, Sucumbíos y Pastaza. Foto: José Mafla/ EL COMERCIO
Una docena de pinceles, acuarelas, varios lápices y hojas de papel en blanco lucen ordenados sobre una mesa en la habitación-taller del artista plástico Diego Sierra.
La residencia, situada en la ciudad de Ibarra, provincia de Imbabura, en el norte de Ecuador, es su laboratorio de creación. El local es singular. El artista, que nació hace 35 años en la vecina provincia del Carchi, recreó sobre paredes y tumbados el medio ambiente.
En los muros también se exponen algunas de las 800 obras que ha plasmado en toda su trayectoria. La mayoría están inspiradas en la naturaleza. Entre ellas están: esculturas, máscaras de arcilla y pinturas zoomorfas (forma animal) y antropomorfas (que se asemeja al ser humano).
El artista ha realizado más de una veintena de exposiciones en Carchi, Imbabura, Pichincha, Tungurahua, Sucumbíos y Pastaza.
La más reciente la realizó en Imbabura, en mayo. El Salón de Exposiciones de la Prefectura de Imbabura acogió a 60 obras de la denominada Exposición de Máscaras.
Según René Muñoz, promotor cultural de esta entidad pública, este espacio está destinado para los virtuosos locales. En este salón se han expuesto trabajos de artistas independientes, caricaturistas, fotógrafos, danzantes…
En abril de 2014, en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo de Tungurahua, en cambio, Sierra presentó la exhibición Imagen de Barro Hecha Conciencia. “Es un llamado para que el ser humano tome razón de los efectos dañinos que provoca la destrucción de la naturaleza y el medio ambiente”.
La compilación de su obra refleja su vinculación temprana con el arte. Cuando tenía ocho años recuerda que imitaba a los trazos de historietas. Sus favoritas eran los personajes de la revista Condorito.
Sierra, radicado hace dos décadas en la capital de Imbabura, se formó en el Instituto Técnico Superior de Artes Plásticas Daniel Reyes, de San Antonio y la Universidad Católica. Su especialidad está en el campo de la plástica y la cerámica.
Es cultivador del arte abstracto. En sus trabajos se destacan facciones como ojos, nariz y boca de seres humanos y los picos y alas de las aves, como el colibrí y el tucán. ¿La razón? Considera que son los partes que dan identidad a sus diseños.
“Las obras de Diego Sierra exteriorizan la personalidad del ser, expuesto desde una visión abstracta y relacionada con los elementos y seres con lo que comparte la naturaleza”, comenta Arturo Almeida, rector del Instituto Tecnológico Superior de Artes Plásticas Daniel Reyes.
La tendencia pictórica actual de los autores en Imbabura es el arte contemporáneo y religioso, como el de San Antonio. Sin embargo, cada pintor elige su manifestación artística de acuerdo a sus habilidades. Por ello, considera que en el caso de Sierra su oficio depende en gran sentido de su imaginación.
Diego Sierra calcula que en el dibujo de cada boceto se demora en elaborar, al menos, tres días. Mientras que en los diseños de barro hasta un mes. También hay otro aspecto que le diferencia de la mayoría de artistas, es que prefiere no comercializar sus trabajos.
En su cuarto-taller expone su más reciente trazado, cuyo boceto original se guarda en un cuaderno que contiene más de 100 diseños.
Se trata de un paisaje de la Hacienda La Delicia, ubicada al sur de Imbabura. En una lámina de cartulina, que mide 50 x 40 centímetros, que plasmó con acuarelas. Esta vez, el pintor se inspiró en una fotografía captada hace tres meses de este escenario andino.