Los niños y niñas del sector indígena de la Serranía menores de 5 años son los más afectados por la desnutrición crónica (baja talla para la edad). Aunque a escala nacional, desde el 2006 al 2010, la desnutrición infantil se redujo del 26% al 23%, en las comunidades rurales de la Sierra el descenso es casi nulo.
Esos datos son una de las alertas más significativas que arroja el estudio ‘Los niños y niñas del Ecuador, a inicios del siglo XXI, realizado en base a la Primera Encuesta Nacional de la Niñez y Adolescencia de la Sociedad Civil, 2010’, del Observatorio de los Derechos de la Niñez y Adolescencia (ODNA).
Los datos nacionales disfrazan la desnutrición crónica, que en esas zonas afecta al 32% de niños. Este fenómeno no solo es un problema de salud pública sino el indicador más cercano de la pobreza de los grupos humanos.
“Impide el crecimiento físico y el desarrollo intelectual de los pequeños y es uno de los principales riesgos para su muerte en sus primeros cinco años de vida”, destaca el informe.
Estas cifras coinciden con la investigación ‘La pobreza en la revolución ciudadana o ¿pobreza de revolución?’, de los académicos de la Flacso Juan Ponce y Alberto Acosta, que las últimas semanas ha sido duramente criticada por el Gobierno. Esencialmente, ellos concluyen que el actual Régimen, pese a sus millonarios recursos, no ha conseguido reducir la pobreza. “Llama la atención que entre los indígenas, la extrema pobreza registre un incremento de alrededor de 10 puntos entre el 2006 y el 2009. Esta cifra debe ser asumida con responsabilidad en la medida que marca un deterioro en estos últimos años”.
Pese a que Ponce destaca que el Gobierno está haciendo grandes inversiones en el campo social, subraya que está fallando en la evaluación del impacto. “Ese es un vacío de la política pública”.
La tasa de desnutrición en la niñez –destaca el reporte del ODNA- es uno de los más elocuentes indicadores de la seguridad económica y de la salud de los hogares y del grado de desarrollo humano de una sociedad.
Por eso, en el contexto internacional la deteriorada situación nutricional del país es una fuente de gran preocupación. Al menos eso se evidencia en el estudio ‘Insuficiencia Nutricional en Ecuador (2007)’, del Banco Mundial.
Ecuador forma parte de un pequeño grupo de países latinoamericanos que reporta persistentemente altas tasas de deficiencia nutricional infantil. “Como Perú y Guatemala, Ecuador ha fallado en convertir su estatus de ‘país de ingreso medio’ en mejores resultados nutricionales”.
En el 2004, Ecuador, según ese informe, tuvo una tasa de malnutrición crónica de 23% para niños menores de 5 años (300 000 niños con baja talla por edad) y una tasa de desnutrición crónica grave de 6% (77 000 niños).
Esta tasa de desnutrición es similar a la reportada por varios países subsaharianos como Sudáfrica (23%), Ghana (26%) y Botswana (23%).
Alexandra Escobar, quien trabajó directamente en el estudio del ODNA, dice que los datos de desnutrición crónica evidencian un problema estructural histórico del país, vinculado a la marginación y exclusión del sector indígena. No obstante, apunta que los últimos años hay una diferencia en relación con lo que ocurría con los niños de 2 años en el 2006. Hoy, entre esos infantes, que nacieron durante este Gobierno hay un descenso de la desnutrición, asegura.
A nivel país, la desnutrición crónica de los niños y niñas descendió del 30 al 23%, en 10 años.
La más aventajada fue la población menor de 5 años de las regiones urbanas, donde este problema en este año llega al 16%.
Pero los infantes del sector rural siguen en desventaja. A inicios de la década, cuatro de cada 10 niños padecían desnutrición en el campo; hoy la tienen tres de cada 10. La Costa es la región con menos pequeños desnutridos. Las cifras de esa región solo se asemejan a la de los niños de las ciudades, donde el 16% están desnutridos. Un gran esfuerzo -indica el estudio de ODNA- se observa en la Amazonía, donde se ha logrado reducir la desnutrición a menos del 30% en los últimos cuatro años.
Los índices, especialmente de la Sierra, preocupan al Gobierno. Desde este año ejecuta el plan Inti, a cargo del Ministerio Coordinador de Desarrollo Social. Se trata de un programa integral que, según reportes de esa Cartera, está enfocado en los cantones con los porcentajes más altos de desnutrición crónica. Entre otros San Miguel, la zona rural de Guaranda y Chillanes (Bolívar); Alausí, Colta y Guamote (Chimborazo), Sigchos y Pujilí (Cotopaxi). En estos casos, la desnutrición está siendo abordada desde varios frentes. Se ha puesto énfasis en la dotación de agua tratada y vivienda para el mejoramiento de las condiciones de vida de los niños y sus padres.
Eso se complementa con programas de agricultura familiar y un proceso de alfabetización con las madres. Este año se invirtieron en dotación de agua USD 72 millones y USD 73 millones en vivienda.