Dos adolescentes en un entrenamiento de fútbol. Foto: EL COMERCIO
El deporte sin duda alguna, puede ser un aliado del estudiante y por ende influenciar positivamente en su rendimiento académico. Sin embargo, el problema surge cuando la actividad física se convierte en una prioridad y los estudios son relegados.
Desde el punto de vista de la salud el beneficio es indudable. Según la nutricionista Francisca Cifuentes, lo ideal para los jóvenes que están en pleno desarrollo sería practicar dos horas diarias de deporte, aunque con una hora sería más que suficiente.
Para esta especialista, el deporte es de suma importancia, más aún cuando los niveles de obesidad en los niños alcanzan aproximadamente el 30%.
Ahora bien, el ejercicio también ofrece otras ventajas. Una de ellas es que ayuda a liberarse del estrés que puede generar el estudio. Además oxigena el cerebro y por consiguiente mejora las condiciones para el aprendizaje, explica la psicóloga educativa María Belén Moscoso.
Asimismo, después de la actividad física la persona duerme mucho mejor, por lo que al día siguiente estará mucho más lúcida. El problema, según Moscoso, es cuando los muchachos se dedican exclusivamente a entrenar, restando el tiempo para los estudios y las tareas, afectando así su rendimiento académico.
Si a esto se suman otros factores distractores como las redes sociales o la televisión, el estudiante obviamente tendrá menos tiempo para descansar, puesto que todas sus actividades se van a retrasar. Todo este cúmulo de situaciones indudablemente van a repercutir negativamente en los estudios, por lo que es indispensable mantener el equilibrio en los horarios.