Katsura interpreta una de sus obras mostradas en el Primer Festival Internacional de Danza Butoh (Chile). Foto: Cortesía Teatro Ruta de la Memoria de Chile
Enuno de sus cursos, el filósofo italiano Giorgio Agamben definía a lo contemporáneo como aquello que habitando y viviendo el presente sobrepasa a su propio tiempo. Solo así “puede llamarse… al que no se deja cegar por las luces del siglo y es capaz de distinguir en estas la parte de la sombra, su íntima oscuridad”, afirma el filósofo.
La danza butoh, desde luego, tiene mucho de lo que Agamben dijera. Vista en las artes como la ‘danza de la oscuridad’, esta se nutre de prácticas milenarias japonesas y de expresiones modernas como el surrealismo y el expresionismo alemán.
Aquel diálogo cultural conflictivo, tal como lo afirman sus cultores, se revela en obras como las de Kan Katsura (Kioto, 1948). Maestro, coreógrafo y bailarín japonés que define al butoh como la creación “de algo que no se puede identificar en el escenario”.
Él presenta hoy y mañana (21 y 22 de octubre) la obra ‘Dance Relation’ (Relación de Danza) en la Asociación Humboldt, a las 20:00. Trabajo compuesto por piezas de danza butoh, poesía y música en vivo.
En la obra están, junto a Katsura, los bailarines japoneses Iori Kinki y Chisato Seino; quien también es poeta y hace una ejecución en vivo de caligrafía. La música está a cargo del japonés Apatche Miyahara y los ecuatorianos Félix Castañeda y Moti Deren.
Kan Katsura aprendió este arte escénico directamente de Tatsumi Hijikata, creador del butoh con Kazuo Ohno en el Japón de los años 60. Al igual que ellos considera que el butoh “es una enfermedad”. Hijikata ya había mencionado que el butoh se dispersaría por el mundo “como un virus”.
Mas Katsura considera que esto se debe a que el butoh no exige conocer, desde la técnica, las grandes danzas. Efectivamente, como lo confirma la bailarina y actriz teatral Laura Corral, este arte “rompe con la forma y la estética”.
Cuenta que, a diferencia de la danza contemporánea, el butoh hace que “el bailarín esté al servicio del cuerpo” y así no le impone formas específicas de movimiento. Ella señala que esto no significa que aprenderlo sea fácil, porque “requiere de un entrenamiento, como todo”.
El butoh no busca la belleza ni el deleite. Explora el cuerpo como herramienta, por eso no debe extrañar que algunos bailarines butoh pinten sus cuerpos de blanco. “Para solo dejar la forma”, como lo explica Katsura.
En eso mantiene su esencia frente a las constantes adaptaciones culturales que ha tomado de varios países, entre ellos Ecuador. Sede del Primer Encuentro Latinoamericano de Butoh, en el 2012.
Sus raíces más claras están en los teatros Kabuki y Noh. Pero al ser un cuerpo de varias capas, presentes y pasadas, también ha tomado como motivos recurrentes el tiempo y la muerte. Quizá de ahí su vinculación íntima con el budismo Zen pero también la conversación con las guerras y la transformación interior a la que apela.
En esto Katsura es enfático, el butoh lo que quiere es perturbar. Este indaga en el silencio, en las huellas terribles de la historia y lo cuenta desde el cuerpo. Ese móvil no cristaliza al butoh como una práctica intelectual. Al contrario, lo fundamental en este arte es la experiencia sensible.
Por ello, según Corral, el butoh en América Latina “vive una revuelta que reflexiona constantemente sobre el cuerpo de esta tierra”. De esto Katsura dice que el butoh “sana” a quien lo baila. Pues en el reconocimiento de algo tan profundo como la angustia o la muerte está la clave para conocer nuestros orígenes y el presente.
El arte butoh de Katsura y su paso por Quito
La obra
Como es propio de las artes asiáticas, ‘Relación de danza’ junta en vivo: butoh, música, caligrafía y poesía.
Fecha y lugar
Esta obra se presenta hoy y mañana, a las 20:00, en la Asociación Humboldt (Vancouver E5-54 y Polonia).
Seminario
Hasta el jueves 23, de 09:00 a 12:00, Katsura dicta un seminario sobre danza butoh. Inf.: 098 352 9242.