Después de siete años sin publicar una novela, el escritor, ensayista y semiólogo italiano Umberto Eco regresa con ‘El cementerio de Praga’, un libro calificado ya por gran parte de la crítica como su mejor obra de ficción después de ‘El nombre de la Rosa’.
Irreverente y polémico, Eco ha hilado un texto a caballo entre la novela histórica y el folletín del siglo XIX, en el que recorre medio siglo de intrigas, conspiraciones, escándalos y, sobre todo, falsificaciones. “Nuestra historia está dominada por lo falso”, afirmó, lacónico, durante la presentación del libro que realizó en Madrid.
Desde los viajes de Marco Polo, que impulsaron las exploraciones de África y Asia, a las inexistentes armas de destrucción masiva que llevaron a la guerra de Iraq o los antisemitas protocolos de los sabios de Sión, “estamos rodeados de falsificaciones”, sostiene el escritor, de 78 años.
Y casos como las filtraciones de Wikileaks demuestran que hay cosas a las que solo se da credibilidad una vez publicadas. Con Wikileaks “hemos pasado de un control orwelliano a ser los ciudadanos los que controlamos el poder. Pero el poder también necesita confidencialidad y reserva. No sabemos qué va a pasar”, afirmó.
Los protocolos de los sabios de Sión (1903), de los que ya se ocupó en ‘El péndulo de Foucault’ (1988), centran la narración de ‘El cementerio de Praga’. Eco buceó durante 30 años entre los documentos “más odiosos de la historia reciente” para reconstruir el germen del antisemitismo, que tiene uno de sus hitos en el siglo XIX, cuando el judío se identifica con el capitalismo y nace el antisemitismo socialista que se vuelve cada vez más complejo, hasta llegar al ‘Mein Kampf’ de Hitler.
Para ahondar en el asunto se sirve de un único personaje ficticio, el capitán Simonini, un piamontés afincado en París que ejerce de falsificador de documentos y, cuando acontece, de criminal a sueldo. Combinando la técnica del diario con un narrador que todo lo sabe, Eco va revelando las distintas caras de Simonini y cómo este particular antihéroe participa en los principales acontecimientos de finales del XIX y principios del XX, desde el caso Dreyfuss hasta la creación de los protocolos de los sabios de Sión.
Y la polémica no ha tardado en llegar: nada más publicarse en Italia, el 26 de noviembre, el Osservatore Romano criticó duramente la novela, hasta llegar a cuestionar su validez literaria, ya que el libro no deja en buen lugar a católicos y papas.
Eco, que entre numerosos premios también recibió el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, ironizó afirmando que con el revuelo, “el Vaticano ha conseguido que se vendan 100 000 ejemplares más”. “No entiendo cómo una obra como esta, con un protagonista tan antipático, ha vendido en un mes 600 000 ejemplares” en Italia, reflexionaba Eco. Quizá sea porque habla de cosas que suceden también el día de hoy.
“O a lo mejor están todos locos. Puede ser: votan a Berlusconi”. Conocido por sus frecuentes críticas al Gobierno de su país, Eco no se mordió la lengua al hablar sobre el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi. En su opinión, la crisis no ha hecho del Mandatario un cadáver político, como muchos podrían pensar, pues “entre el cadáver y el vivo está el vampiro: un zombie, un muerto viviente, muy peligroso”.
En cuanto a las protestas de los últimos meses en Italia por culpa de los millonarios recortes al presupuesto cultural, Eco afirmó que en su país existen sectores de derecha que “odian a los intelectuales y la cultura en general”, entre ellos algunos miembros de la alianza gobernante, como la Liga Norte. “El Ministro de Economía italiano dice que con la cultura no se come, pero eso es falso, y si no, que miren los ingresos del Louvre”, añadió.
Y advirtió de que no miren solo a Italia: en Europa está calando fuerte una tendencia populista “por la que el Parlamento pierde sus funciones y una única persona controla los medios”, señaló. “Tengan cuidado y estén atentos”, concluyó el autor italiano.