Los cubistas presentaron a Paul Cézanne como un pintor de estudio, un artista cerebral. Una etiqueta que el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid quiere desterrar con una retrospectiva que inauguró ayer: la primera del pintor francés en España en los últimos 30 años.
En ella se contraponen sus paisajes y sus bodegones. La pintura al aire libre y el trabajo de estudio. El ‘site’ y el ‘non-site’. Dos conceptos acuñados por Robert Smithson al reinterpretar la obra de Cézanne y destacar su vinculación con el territorio. “Cézanne recorrió los caminos de la Provenza francesa desde adolescente, y siguió haciéndolo cuando era un sesentón.
Su pintura está muy relacionada con ese sentimiento hacia la tierra”, explica Guillermo Solana, director artístico del museo Thyssen y comisario de la exposición.
‘Cézanne Site/Non-site’ muestra cómo el pintor impresionista introdujo elementos paisajísticos en sus naturalezas muertas, al mismo tiempo que intentaba imponer el orden de los bodegones en la composición de sus paisajes. “Cézanne fue el más rechazado de los pintores impresionistas, pero ahora es el más duradero”, afirma Solana.
La retrospectiva avanza por sus caminos curvados, desnudos y bosques frondosos, salpicados por pinturas de otros artistas a los que influenció, como Gauguin, Pissarro, Bernard o Braque.