Siete Días, un oficio narrativo y gráfico

Gabriel García Márquez dijo que la trampa de la nostalgia consiste en transfigurar solo lo bueno. Lo malo queda en el baúl de la desmemoria. Por eso, esta vez la nostalgia gana la partida cuando decimos adiós a la revista Siete Días de papel, la cual acompañó a nuestros lectores desde el 14 de marzo del 2004 hasta el domingo 6 de marzo del 2011.

Esta intensa aventura periodística que vivimos en el papel, ahora, por los retos de los nuevos tiempos, se traslada a la Web.

Es decir, la revista no se va del todo, cambia de traje para tener un merecido espacio en el periódico electrónico (www.elcomercio.com). En su primera fase, concebida por Marco Arauz, nuestro subdirector, y bajo la edición de Byron Rodríguez V. e Ivonne Guzmán, se publicaron 242 números.

En el tamaño tabloide se editaron 92 y en su tercera fase, de temas internacionales, 28 ejemplares, editados por Agustín Eusse y Richard Cortez, quienes seguirán en la revista de la Web.

Por sus páginas pasaron decenas de actores del vasto quehacer humano: filósofos, ecologistas, sacerdotes, literatos, pintores, periodistas y artistas...

The Guardian, Bloomberg y el Grupo de Diarios América -GDA- nutrieron el debate del periodismo, la economía, la moda, la política, artes y ecología.

Queda la palabra de gente valiosa en el espacio Los personajes que viven como piensan. Entre otros: Frei Betto, Armand Mattelart, Hebe de Bonafini, monseñor Luna Tobar, Lola Beccaria, escritora española; el arqueólogo egipcio Zahi Hawaas, quien halló a la faraona Hatshepsut; James Verdesoto, el ecuatoriano que dibuja los afiches de Hollywood; Rafael Escalona...

Con el apoyo de nuestros corresponsales, la travesía por el país fue grata. Fuimos a Ancón para conocer a los fantasmas ingleses que pasean por las calurosas alcobas al filo del mar.

Desenterramos las enmohecidas rieles del tren que tejió pueblos y ciudades de Costa y Sierra. Comprendimos que el coco es otro ícono de la identidad esmeraldeña. Los rincones más bellos de Quito, Guayaquil, Cuenca, Loja, Riobamba y otras ciudades fueron retratados en excelsas fotografías. Y Pancho Cajas nos deleitó con sus inigualables caricaturas de personajes claves.

 Las portadas de la revista

2004 (izquierda arriba). En el primer número  había un amplio segmento dedicado a los resúmenes noticiosos nacional e internacional; mantenía el concepto de revista miscelánea.  Su formato era el universal.

2006 (centro arriba). En este año se produjo un rediseño cuyo objetivo era potenciar los reportajes gráficos. Nuestros fotógrafos recorrieron el país en busca de historias cotidianas de la gente, sus oficios, etc.

2008 (derecha arriba). Este año estuvo marcado por un cambio significativo a un formato  tabloide alargado, el cual se hizo en dos fases -el segundo fue más compacto y pequeño- como se ve en estos dos ejemplares.

2010 (segunda fila). El año pasado la revista experimentó un giro hacia un formato  tabloide. Los temas fueron de amenas y actuales lecturas del mundo. Se hizo un ensayo gráfico similar al    iPad, un objeto que está en boga.

La puesta en escena fue, sobre todo, visual

Forma y fondo fueron los pilares de este producto. Durante 7 años, nuestros lectores recibieron otra forma de hacer periodismo.

El diseño de Siete Días fue un espacio de ejercicio revistero para el equipo de diseño editorial en las páginas de un diario. Fue una puesta en escena con gran despliegue gráfico como expresión de los temas. El concepto de revista hizo posible que las fotografías e ilustraciones ocuparan un lugar predominante y que los reportajes gráficos tuvieran páginas enteras de imágenes que contaran por sí solas las historias.

Esto hizo que el equipo de fotografía de este Diario tuviese una agenda periodística propia.

Todos estos reportajes gráficos que atravesaban las páginas de Siete Días, con el tiempo, se convirtieron en el libro de fotos que editábamos anualmente. Libros como ‘La gente’ (un recorrido que muestra los rostros del Ecuador), ‘Latitud verde’ (el estado de la cuestión ambiental) y ‘La vida es juego’ (los deportes populares que ocupan el tiempo libre de los ecuatorianos) mostraron facetas del país profundo.

Letras y colecciones

Un espacio que tuvo una amplia acogida fue el de los coleccionistas. De todo el país enviaban cartas para poner a nuestra disposición las colecciones más inverosímiles.

Imposible olvidar al empresario Renato Carló y su colección de 12 autos antiguos (uno es de 1917), guardados en su garaje de Guayaquil. O la muestra de la Guerra de las Galaxias.

Seguimos la pista de los libros más celebrados del Ecuador y de otros países: ‘Ensayo sobre la lucidez’, de José Saramago; ‘La misteriosa llama de la reina Loana’, de Umberto Eco.

El envío de reportajes de nuestros corresponsales en Nueva York, Milán, Buenos Aires y Bogotá fue otro valor agregado. Así, la revista mantuvo su sentido contemporáneo.

 

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