Los pueblos pastos sorprenden a Quito

Una visita de turistas. Un grupo de aficionadas visitó la muestra ‘Carchi sorprendente’ el martes, desde las 10:00.

Una visita de turistas. Un grupo de aficionadas visitó la muestra ‘Carchi sorprendente’ el martes, desde las 10:00.

Recuperar el legado de la cultura pasto y mostrar al mundo su filosofía de vida. Esos son los objetivos que se plantearon los administradores del museo de Artesanías Mindalae, de Quito.

Por esa razón se inauguró el salón con la muestra ‘Carchi sorprendente’, el 9 de junio con la presencia de 300 visitantes.En una sala de forma cuadrada con una superficie de 6x6 metros se exhiben, de lunes a domingo, 250 piezas entre platos, vasijas, cuencos, máscaras, instrumentos musicales, etc. Esas réplicas fueron elaboradas por el artesano Wilfrido Melo Martínez, oriundo de Tulcán.

Para fabricar las piezas de cerámica, el experimentado artesano se basó en las muestras originales que se exhiben en la Fundación Guayasamín y en los museos Olga Fisch y Ángel Montes.

“Queríamos hacer réplicas de las muestras que reposan en el museo del Banco Central, pero no nos autorizaron”, afirmó Juan Martínez, director de Mindalae.

La mayoría de las muestras originales está en museos del exterior y en colecciones privadas.

En esas piezas artesanales, los pueblos ancestrales de Ecuador y Colombia se muestran al mundo como una cultura solidaria, a la que le gustaba trabajar en grupo y vivir en democracia. Las jerarquías eran mínimas.

Según los dibujos (petroglifos) que están plasmados en las 250 réplicas, los pueblos pastos practicaban la equidad e igualdad entre hombres y mujeres, y su vida giraba alrededor del sol.

Ese satélite era el centro de su universo. Por ello, aparece dibujado asimétricamente en la mayoría de las piezas artesanales.

De ese sol precisamente se han valido varios artistas ecuatorianos y colombianos para retratar sus obras. El caso más conocido es el de Oswaldo Guayasamín.

En las réplicas que se exponen en el museo Mindalae se destaca la relación que tenía los pueblos pastos con la naturaleza: árboles, aves, ríos, entre otros.

Los instrumentos musicales, por ejemplo, aparecen decorados con diseños geométricos de aves, mariposas y micos. Esas creaciones eran utilizadas en funerales y ritos de fertilidad.

En los platos pastos, en cambio, sobresale el sol, mientras que alrededor del mismo aparecen planetas, estrellas, anfibios, venados, felinos, serpientes, etc.

En varias de las muestras también se evidencia la relación de esos pueblos con los dioses. Esa actividad se desplegó de dos maneras: una relación mediada por los caciques-chamanes y la otra a través de los rituales y mitificación de ciertos animales.

La medicación de los caciques mostraba que la figura del dirigente político permanecía ligada a la chamanística, a diferencia de lo que sucedía en las organizaciones andinas complejas.

El consumo de alucinógenos, especialmente coca, permitía al cacique-chamán conectarse con los dioses y ver el futuro.

Según Martínez, investigador, la cultura pasto también se destacaba en el área del tejido. Ese legado aún lo conservan las mujeres carchenses.

Por esa razón, en la planta baja del museo también se exhiben y venden sacos y camisetas con los dibujos que caracterizan a las artesanías hechos de arcilla.

En ese proyecto, que forma parte del museo Mindalae por posicionar el Patrimonio Cultural, trabajan 200 tejedoras.

La muestra de la cultura pasto se exhibe de 09:00 a 17:30.

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