Se trata de trozos de tela que reconstruyen crímenes, glosan vidas o hacen las veces de cartas de amor; todo salpicado de Cristos, pistolas, calaveras y mujeres.
Reunidas bajo el nombre de ‘Paños, Prision Break’, las piezas, creadas durante los últimos 30 años podrán ser vistas en la capital de Francia hasta el próximo 19 de abril.
“Los presos (mexicanos) utilizan este medio para comunicarse con el exterior, pues carecen de dinero o de papel para escribir y se sirven de los pañuelos que les facilita la institución penitenciaria”, explica a EFE el comisario de la muestra, Christian Berst.
A través de los paños, pintados en su mayoría a esfero, los reclusos envían mensajes a sus familiares, amigos o miembros del clan, una actividad que comenzó en los 40 y que ha devenido hasta hoy en manifestación artística.
“El arte del paño se da exclusivamente en el suroeste de Estados Unidos. Es propio de las prisiones de California, Texas y Nuevo México, nunca se ha extendido fuera de esa región”, precisa Berst.
Las telas, de no más de 30 centímetros de altura y anchura, reflejan “las angustias, deseos y obsesiones de los reos” y están atravesadas casi en su totalidad por dos temas, la muerte y el paso del tiempo.
En muchos de ellos late la nostalgia y el respeto por la estética gángster: casinos, barajas, mujeres y lujosos Cadillacs, mientras que en otros se homenajea a personajes históricos como Emiliano Zapata, Pancho Villa o Al Capone.
También se hace referencia a símbolos aztecas y abundan los guiños al arte precolombino, pero la mayoría de las piezas tienen el toque siniestro y descarnado de la parca, con esa vis grotesca con la que los mexicanos la suelen evocar.