La literatura, al contrario del cine, extrae la imagen del pensamiento. Por ello, en la lectura nuestra mente, apenas guiada por la palabra, recrea a voluntad atmósferas, espacios, voces, personajes…
Imaginando cómo podrían ser cuatro entrañables habitantes del planeta literario nos tomamos la libertad de darles un aspecto físico. Acaso para guardarlos en el cajón de los recuerdos, como se conserva la fotografía de un gran amigo, de un pasado amante.
Entonces, el lápiz fue hallando rasgos y formas que captaran también su personalidad, sus actitudes frente al mundo: una posible manera de encontrarlos al cruzar la calle o al virar la esquina, flotando en el aire de la ciudad o en el reflejo que nos da el espejo.
Esto es ante todo una invitación para que usted, lector, se divierta con ellos y resuelva, acaso, asuntos pendientes.