Como una especie de nigromante asomaba el violinista y compositor genovés Niccolo Paganini (1782 – 1840) a los ojos de quienes lo observaban en sus interpretaciones. Cuando, con su rostro macilento, el maestro apoyaba el violín sobre la barbilla todo pensamiento enmudecía.
Entonces, osado salía el sonido del violín. A tal punto llegaba la técnica del italiano que en su época se lo imputaba de mantener pactos con el diablo. Una acusación por la que sus restos no pudieron hallar descanso en camposanto sino 30 años después de su muerte. Para el poeta alemán Goethe, Paganini revelaba en grado extremo el demonismo.
Pero no era solo su interpretación lo que cautivaba sino las actitudes, los gestos y las contorsiones del músico sobre el escenario. “Sus delgados labios –lo retrata el poeta Heinrich Heine– se movían de modo tan lúgubremente agitado, que parecía como si murmurara antiquísimas y malvadas palabras mágicas para conjurar la tempestad…”
De ese genio, misterioso y romántico, embebido de alcohol y cementerios, surgieron los ‘24 Caprichos’. Temas creados con el objetivo de la dificultad. Una serie donde cada pieza es una prueba para las habilidades de los intérpretes, con cambios extremadamente rápidos de cuerdas, pulsaciones con ambas manos, armónicos, pizzicatos y arpegios…
Una serie de 24 piezas que domina el triángulo formado junto a otras complejas y destacadas composiciones para violín: las ‘Seis Sonatas’, de Eugène Ysaÿe, y las ‘Sonatas y Partitas’, de Bach.
De lo ‘Caprichos’ sobresalen: el cinco (de increíble velocidad y dificultad técnica), el 13 (también conocido como ‘La risa del diablo’), el 16 (un ‘legato’ continuo de 16 notas) y el que cierra la serie, el 24 (en clave de La menor, con un tema, 11 variaciones y un final).
Esta noche, esas piezas que cambiaron para siempre la historia del violín sonarán en el Teatro Nacional Sucre, con la interpretación de Ara Malikian, músico libanés de origen armenio.
Es decir que la tempestad desatada por Paganini en el mundo decimonónico toca tierra en Quito, con un violinista de este siglo, con su fuerza emocional y su virtuosismo. Si el traje negro daba al italiano una presencia oscura sobre el escenario; el cabello alborotado y la informalidad de Malikian hacen que su actuación dialogue con nuestro tiempo. Es que en Malikian rebosa una actitud que trae aires frescos a la música académica. Algo que empata con su interés por acercar la música, tanto clásica como no clásica, a todos los públicos.
A pesar del ambiente bélico de su país, Malikian supo encontrar la manera de acallar con las cuerdas el estallido de las bombas. Tras iniciarse en el violín de la mano de su padre, salió de su país para continuar con su formación en Alemania. Entonces recorrió el mundo aprendiendo, ganando premios y actuando en salas de amplia fama, como el Carnegie Hall, de Nueva York; la Salle Pleyel, de París; o la Musikverein, en Viena. Actualmente, Ara Malikian es el concertino de la Orquesta Sinfónica de Madrid. Cuando no está allí recoge los sonidos de sus raíces y de otras tradiciones.
Con su estilo expresivo, dominio técnico y originalidad se ha alzado como uno de los músicos más geniales de su generación y sus grabaciones se han convertido en un fenómeno discográfico: “El violinista de moda”, según lo mira la prensa extranjera.
Esta noche, cuando el violín se apoye en su barbilla, acaso, los pensamientos enmudecerán…
HOJA DE VIDA
Ara Malikian
Nació en Beirut, Líbano, en 1968, en el seno de una familia armenia.
Dio su primer concierto con 12 años y a los 15 recibió una beca del Gobierno Alemán (DAAD) para cursar estudios en la Hochschule für Musik und Theater Hannover.
Ha obtenido los premios Félix Mendelssohn (1987, Alemania), Pablo Sarasate (1995, España) , Niccolo Paganini (Italia), Zino Francescatti (Francia).
El concierto de los ’24 Caprichos’, de Paganini, se realizará esta noche, a las 20:30, en el Teatro Nacional Sucre. Entradas: USD 15, 30, 35.