Solemnidad, normalidad, academicismo, seriedad… que se vayan con su música a otra parte. Porque ahora viene la genialidad que coquetea con la locura, porque aquí solo cabe la carcajada batiente y las composiciones clásicas contagiadas de humor, porque el Teatro Nacional Sucre recibe a PaGAGnini.
El cuarteto de cuerdas que viene rotando por el mundo durante cinco años, empujando a los auditorios hacia los abismos sublimes de la risa, acompañado de su actitud y sus instrumentos, se presentará en el escenario capitalino desde mañana hasta el domingo 27. Las funciones son a las 19:30.
La curiosidad y la inquietud que invitan a romper etiquetas movieron al genio de Ara Malikian y a la calidad interpretativa de Eduardo Ortega, Fernando Clemente y Gratxot Ortiz, a ensamblarse bajo el nombre del irreverente y romántico violinista italiano, para que la música clásica que tanto les gusta sea también accesible para quienes se muestran somnolientos o temerosos ante ella. Es decir, sin convenciones, monasterios o estiramientos: un des-concierto que triza el monóculo del purista, porque él también sucumbe a la carcajada.
La idea resultó en un experimento exitoso, que suma más de mil presentaciones. La diversión del grupo y su sentido de juego no ha recibido reseñas negativas; más bien las risas del crítico más fiero y del músico más exigente.
A Ara Malikian lo conocimos hace un año, cuando los ‘24 caprichos’ de Paganini se aventaron desde su violín, su facha despreocupada y su actitud de ‘rockstar’, hasta poseer endemoniadamente a todos los espectadores. Intensamente vivo y fresco se lo escucha también ahora, que lo contactamos para saber algo más de PaGAGnini, de su particular visión de la música, de su humor.
Solo hubo dos reglas . “Si nos atrevíamos a reírnos de un concierto de música clásica, la primera condición fue que musicalmente debíamos estar al más alto nivel. La segunda cuestión fue que nos reiríamos de la música, sino con la música”, dice el virtuoso libanés. El respeto por las composiciones que aman y la burla de su propio oficio (al que también aman) construye el espectáculo.
PaGAGnini funciona como una imperfección controlada: un cuarteto de cuerdas vestido a la usanza elegante y tradicional; pero cada integrante tiene una personalidad que desarrolla sobre escena. El director, el tímido o el rebelde se abrazan de los violines y el chelo, mientras saltan, corren, gesticulan, exageran, tientan al error… En ese juego, en ese riesgo, confluyen también las personalidades propias de los músicos, quienes se conocieron en términos de colegas, de alumnos y profesores, de amigos; se hallaron en la necesidad de salir de lo habitual y atisbar la locura.
Malikian considera que la risa y la música son dos cosas universales, que en todo rincón del mundo se los aprecia. Como si, más allá de gustos y sentidos diversos, el humor fuera el factor común de la humanidad.
Para apelar a la comicidad, pues PaGAGnini les significó un antes y un después en su carrera, rompieron con las estructuras que les inyectó el conservatorio: la postura, el cuidado de la muñeca, el codo, el hombro, el mentón… La risa les requirió mayor presencia escénica, mayor movimiento corporal, un acercamiento al teatro gestual. El instrumento, los dedos, la cabeza todo es parte de ese escándalo melódico que se revienta en la escena, donde el sonido es impecable. Eso también les abrió un mundo nuevo, en el cual continúan interpretando la música con la misma ilusión de siempre, seduciendo a lo desconocido y no por la mera ruptura.
En el repertorio de PaGAGnini se hallan las composiciones de Mozart, Vivaldi, Paganini, De Falla y Pachelbel, cosa seria diría el oyente políticamente correcto; Malikian y compañía dirían otra cosa, en sus cabezas no se instaura la imagen del compositor formal y circunspecto, distante. Ellos los ven -dice Ara- como eran: abiertos al mundo y sus sensaciones, pintados de locura, rebosantes de fantasía y con ganas de vivir, de sentir, de reír…
La risa amplia y el goce musical rondará estas noches por el Teatro Sucre. Deje el corbatín en casa, corre el riesgo de ahogarse…