Quiere fumar. Es bajito y gordito. Pantalón y chaqueta de jean, camiseta con el logo de la Semana Negra de Gijón (una de sus mayores iniciativas). El escritor hispanomexicano Paco Ignacio Taibo II finalmente se sienta y toma el cigarrillo en su mano, lo golpea contra la mesa. El bigote grueso y manchado de tabaco acompaña la sonrisa.Una luz blanca entra hasta un apartado del Hotel Sheraton, de Quito. Acá llegó para presentar su más reciente novela ‘El retorno de los tigres de la Malasia’. El título fascina. Piratas, sables y pistolas, mares y selvas vuelven entre la bruma de la nostalgia. Volvió también el autor a su infancia: a Emilio Salgari, su Sandokán y su Yáñez de Gomara; a esos días, cuando alegando enfermedades faltaba a la escuela para leer y conocer a los tres mosqueteros y a Robin Hood.
Tras convivir con los fantasmas del Che, de Pancho Villa y de Tony Guiteras, revolucionarios cuyas biografías publicó en los últimos años, Taibo II emprendió la aventura de escribir aventuras. Así sintió la libertad, el goce y, además, el reto de volver actual una novela decimonónica.
Con el tabaco negro haciéndose humo delante de su cara, dice: “Soy antiimperialista por Sandokán y no por Lenin, soy feminista por el Capitán Tormenta, y simpatizo con los zapatistas por Flor de Perlas, la guerrillera filipina”, así nombra a tres personajes salgarianos. Al escritor italiano ya lo retomó en ‘Héroes convocados’, donde Salgari regresaba a la vida para vengar la derrota del movimiento estudiantil que se dio en México, en 1968, y del cual Taibo II formó parte.El carácter de los personajes de aventuras, entre la anarquía y la venganza, encantó a este autor que renovó el género policíaco en Latinoamérica. Ahora, con el relato de aventuras, pone en escena a justicieros, a los que respetan el valor de la palabra, a los que están dispuestos a jugársela por las cosas en las que creen, a los honorables.
“Un banquero -dice- no es respetable, no me produce cariño, ni envidia, ni admiración, en cambio este par de piratas viejos y locos (Sandokán y Yáñez), sí”.
Taibo II resucitó la novela de aventuras para los cuarentones nostálgicos y para que los adolescentes “dejen la literatura ‘light’ y se metan en algo ‘heavy”. Para ‘El retorno de los tigres de la Malasia’ investigó cómo hacen el amor los cocodrilos, por qué se tatúan los indígenas de Borneo, cómo son los prostíbulos de Camboya y las sociedades secretas chinas. Lo hizo con Wikipedia, con un atlas antiguo y con un viejo Larousse de 27 tomos. Tal cual lo hiciera Salgari encerrado en su ático de Turín.
fakeFCKRemoveDel estilo del siglo XIX, tomó la acción continua y las peripecias, pero le restó los diálogos innecesarios, dio profundidad sicológica a lo personajes, introdujo sexo con el ‘Kamasutra’ y malas palabras. Considera inconcebible que en media batalla Sandokán exclame: “Al abordaje, ¡cáspita!”; debería ser: “¡Vamos a partirles la chingada madre!”.
Además, Taibo II hace que Rudyard Kipling entreviste a los tigres, que Old Shatterhand (creación del alemán Kart May) combata junto a ellos, que aparezca el Dr. Moriarty (enemigo de Sherlock Holmes) y que se cartee con Federico Engels; incluso reescribe el ‘Manifiesto comunista’, en versión Sandokán.
Finalmente, los tigres vuelven más antiimperialistas que nunca. Eso ya estaba en Salgari: un príncipe malayo luchando contra los colonialistas europeos. Pero Taibo II ahonda en la complejidad política de la época.
Apaga un cigarrillo Piel Roja y enciende un Cohiba. El aroma del tabaco hace el ambiente.
En, ‘Sintiendo que el campo de batalla…’, ya señalaba que “el periodismo es la última barrera que nos separa de la barbarie”. En la presente novela, los tigres tienen sus desencuentros con la prensa. Periodista él mismo, comenta: “Siempre va a ser conflictivo. Hay en nuestro planeta periódicos mercenarios y vinculados a formas del poder económico, político y social. No tiene que ver con los que trabajan ahí, sino con el diseño de sus ejes principales. Pero sin periodismo, no tuviéramos voz crítica y estaríamos condenados a la versión unívoca e incontrolable del poder. Le tengo respeto y cariño”.
Nacido en Asturias, España, Taibo II ha vivido la mayor parte de su vida en México, el acento con el que habla confirma su relación con ese país; entonces, no puede faltar su visión sobre los hechos de violencia que se dan allí. “El Presidente de la República decidió organizar una guerra contra el narcotráfico sin haber preparado a sus fuerzas: la mitad de la Policía y del Ejército, corrupta; el sistema judicial y carcelario, una podredumbre. Y regala a los estadounidenses una guerra en territorio mexicano, en lugar de decirles que si quieren pelea con los narcos la den en su país: corten los envíos de dólares, controlen las cuentas, rompan la red de distribución; en vez de eso, lanzó la guerra y ya llevamos 30 000 muertos”.
Eso -dice- no da para una novela negra o una de aventuras, da para “una interpelación en la cámara de diputados para que corran al Presidente de México, si se puede”. Y ya en esa línea habla de los poderes económicos oscuros que manejan las cifras como si no hubiera seres humanos detrás de ellas.
Frente a ello, no hay sandokanes, sino ciudadanos enfadados. “Sandokán está bien en la novela porque me anima la vida, cuando todo me parece injusto, el Tigre me da palmaditas en la espalda. Él y Robin Hood, con sus ideales y con su honestidad, nos convocan a un cambio social, desde la imaginación”.
Toma el cigarrillo, da una larga calada y el humo enfatiza sus últimas palabras.