Un rebobinador de VHS en forma de carro es manipulado por el artista cuencano Juan Pablo Ordóñez. Entonces surge la pregunta: ¿qué hace con este equipo que ya dejó de utilizarse hace tanto tiempo?
Ordóñez, de 37 años, de estos 17 dedicados al arte, a través de sus anteojos mira con atención aquel rebobinador, que es parte de su obra Déjá Vu, con la que participará en el octavo festival de Perfomance de Cali, del 20 al 24 de noviembre.
El cuencano es el único ecuatoriano seleccionado para ser parte del Festival de Perfomance de Cali, que en está ocasión ha definido que las propuestas artísticas reflexionen sobre los temas políticos, étnicos, sociales…
Otros 35 artistas de España, Francia, Chile, México, Brasil y Colombia participarán de este festival organizado por Helena Producciones y Proyecto Visible.
Mientras llega el día, en la segunda planta de una casa del Centro Histórico de Cuenca, Ordóñez revisa en su computador una serie de fotografías y un texto que explica la razón de Déjá Vu. Allí se detalla que es una propuesta que nació del proyecto Archivo de la Memoria Audiovisual de la Memoria de la Migración Ecuatoriana, ‘Amame’.
En el 2009, Ordóñez junto a la artista cuencana Melina Wazhima recabaron una serie de videos en formato de VHS, material que pertenecía a familias que migraron a los EE.UU.
Ordóñez hace un clic sobre una foto en la que se observa cómo cruza sus piernas e inicia su perfomance. Él explica que el soporte conceptual de Déjá Vu se basa en ‘Amame’, que muestra que tras la crisis bancaria en Ecuador, más de dos millones de ecuatorianos salieron del país .
El artista vuelve a dar un clic y en otra fotografía se observa aquel rebobinador de VHS que se convierte en un elemento importante en su obra, porque en su investigación constató que el único vinculo entre los migrantes y su familia era el video casero.
Partiendo de esa investigación, el artista cuencano realizará su performance en Cali. Su proyecto se desarrollará en un espacio cerrado y empezará su propuesta el instante que se escuche su voz y cuente una serie de relatos personales, como si se dirigiera a alguien que no está presente en ese momento, pero al mismo tiempo también a los espectadores.
Esa acción estará acompañada de un video de fondo. Ordóñez ese instante manipulará el rebobinador del VHS, con el propósito de generar una conexión entre su obra y los asistentes. El perfomance durará 10 minutos.
Para el artista quiteño Fabiano Cueva, cada uno de los trabajos de Ordóñez son interesantes porque se han relacionado con comunidades, con temas de migración, propuestas gráficas, audiovisuales; es decir, utiliza lenguajes diferentes y en cada propuesta ha tenido “un manejo ético y prudente que muestra un concepto claro en su obra, un trabajo estructurado. Ese profesionalismo fue lo que hizo que sea escogido para ser parte del Festival de Performance de Cali.
Con este criterio coincide el artista cuencano Fernando Falconí al señalar que el trabajo de Ordóñez se destaca por su propuesta conceptual, nivel de creatividad y técnico, dentro de las prácticas artísticas contemporáneas y multidisciplinarias.
En su casa, Ordóñez por tercera ocasión vuelve a dar un clic a otra fotografía del computador, en la que se observa que un video empieza a proyectarse de un VHS. Explica que esa será la parte final de su propuesta que incluirá elementos propios de Cali.
Para el artista ganador de la VII edición de la Bienal Internacional de Cuenca, será un espacio para compartir experiencias y a través de Déjá Vu mostrar la migración desde el arte.
Déjá Vu en el exterior
Los participantes del octavo Festival de Cali fueron escogidos por los miembros de Helena Producciones y por el jurado conformado por Matteo Luchetti y Judith Wielander.
El proyecto ya se ha expuesto en España, en Roma y Copenhague, el año pasado.
El artista cuencano actualmente realiza gestiones a entidades culturales para financiar su viaje y costos de producción del proyecto.
Otros reconocimientos que Juan Pablo Ordóñez ha recibido son el primer premio del Salón Nacional de Arte Objeto (1998) y primer premio del Salón Nacional de Arte El Comercio (2004).