Lina Piedad González Tinajero recuerda su infancia en la hacienda Puntzán, ubicada a los pies del volcán Tungurahua, en el cantón Baños.
Con una mirada alegre, que regalan sus pequeños ojos verdes, comenta que el predio era patrimonio de Juan Montalvo, hermano de Alegría, su bisabuela.
Entre los árboles de manzanas, peras, mísperos y coloridas orquídeas vivió Lily -como le dicen sus parientes- hasta que cumplió 15 años. Ahora su cabello corto y rizado se ha teñido de blanco. Aunque gracias a una pizca de vanidad luce castaño.
“La casa de Baños era simple, como una choza”, rememora.
Ese mismo inmueble fue el refugio en el cual el escritor liberal meditaba y escribía. Eran años complicados. “Se vivía una intensa lucha entre conservadores y liberales”, explica Lily.
Hoy, tiene 80 años. Desde 1955, se radicó en Ibarra, capital de Imbabura, luego de contraer matrimonio con Abraham Herrera, fallecido hace 14 años.
La casa es un bien surtido museo de antigüedades.
Los muebles, los radios, la cocina y plancha de hierro resaltan en el hogar, situado junto al parque Simón Bolívar, en el llamado El Ejido de Ibarra. Son recuerdos que le quedaron de las haciendas La Portada y Santa Ana, cantón Mira, Carchi, que fueron de propiedad de su familia.
Los momentos más alegres los vivió en Puntzán y en La Portada. Siempre tuvo un par de monos como mascotas. Además, le gustaba montar a caballo. También demostró su habilidad para el toreo a sus amigos de la Peña Taurina de Ibarra, dice, con una sonrisa.
Entre los objetos preferidos de la pequeña sala están un piano francés y una guitarra. Los primeros acordes de guitarra le enseñó Adriano, el padre. Lily no duda en rasgar las cuerdas.
Confiesa que le gusta tocar para sus amigas. Se anima a cantar, con gusto, el popular pasillo Pesares.
En una de las paredes color crema resalta un cuadro con una hoja escrita a mano. “Ese es el nombramiento de mi abuelo paterno, Juan González Montalvo, como segundo jefe del Batallón Guardia Nacional, de Tungurahua”, dice Lily. El documento está firmado por el general Eloy Alfaro, en el lejano año de 1902.
“Mi abuelo, sobrino de Juan Montalvo, fue uno de los primeros liberales”, dice con orgullo.
Luego enseña un certificado enmarcado, de la Casa de Montalvo, que señala que es descendiente directa del escritor ambateño. “Aquí está la prueba”, dice.
Las primeras lecciones que recibió de Montalvo le impartió su padre. Él siempre le habló del pensamiento liberal y de oposición a Gabriel García Moreno. Al hablar del ex Presidente ríe, mientras repite como una sentencia la célebre frase de Montalvo “Mi pluma lo mató”.
Lily se graduó en el Colegio San Carlos, de Quito, regentado por las Hermanas de la Caridad. Obtuvo el título de contadora, aunque nunca ejerció la profesión.
Trabajó como secretaria de la Gobernación de Pastaza, durante 10 años. También vivió en el sector de La Merced, en el centro de Quito. Ahí conoció a Delia Velasco, tía de José María Velasco Ibarra, y a doña Corina, la esposa.
“Llámenle a la Omota”, pedía Corina, al referirse a Lily por su pequeña estatura, e iba a entonar con facilidad el piano.
Uno de los más grandes tesoros de Lily son seis libros de color rojo, editados por la Casa de Montalvo, de Ambato. Recogen el pensamiento de su tío tatarabuelo.
Lily asegura que por la poca importancia que tiene hoy la figura de Montalvo, parecería que no hubiese nacido en Ecuador.
En Ipiales le celebran
La descendiente del escritor dice que en Ipiales, Colombia, donde vivió Montalvo, cada 13 de abril se rinde homenaje.
Ella siempre vuelve al primer tomo de ‘Los Siete Tratados’ (1882), su obra favorita.Desde hace dos años no regresa a Ambato. Allí está la Casa de Montalvo, museo que honra al escritor.