Una obra sobre la memoria y el poder

Galo Paguay /EL COMERCIO Entre el drama y el humor. ‘Canto esperpéntico o los vestidos sin memoria’ se armó desde la creación colectiva.

Galo Paguay /EL COMERCIO Entre el drama y el humor. ‘Canto esperpéntico o los vestidos sin memoria’ se armó desde la creación colectiva.

La obra ‘Canto esperpéntico o los vestidos sin memoria’, puesta en escena por el Teatro Ensayo y dirigida por Antonio Ordóñez, trae una propuesta escénica sencilla, con un tema algo más complicado. Un arlequín, un rey, una iglesia, un pueblo; personajes y espacios para hablar de la memoria.

En el Aula Benjamín Carrión de la Casa de la Cultura Ecuatoriana -curioso escenario para un pieza escénica-, esta pieza mantiene funciones hasta el 30 de diciembre. La obra, con cinco actores sobre las tablas, trata del poder y su relación con el lenguaje.

Basilio es un arlequín que ha tomado la corona y guía los pasos de un pueblo. Acciones absurdas, sonidos, movimientos, bailes, todo es una búsqueda de lenguajes. La representación teatral está basada en ‘El recurso del método’, del escritor cubano Alejo Carpentier y ‘El señor Presidente’, del Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias, y relata una realidad común para toda Latinoamérica. La memoria se recupera ‘alerta y en silencio’ para reivindicar esa catástrofe de muerte que aflige el pasado de los pueblos. Entonces cabe el mensaje: ‘Busca la tierra’.

Las relaciones de poder, basadas en la hipocresía y la conveniencia, son retratadas en los diálogos de Basilio, rey de un país, y el Papa, que sostiene un báculo ridículo apoyándolo en el oscuro cetro de un cómico rey. El pueblo, ignorando la verdad y sumido en la confusión, se arrastra en la búsqueda de un sueño: “Soñé que era presidente”, “ser presidente es como tener en las manos la catástrofe”. Sus palabras se convierten, entonces, en palabras deshilachadas.

El absurdo del lenguaje que se ha creado provoca la guerra, la lucha por el poder en un ambiente de oscuridad, de confusión, en el que los personajes creen entenderse. El resultado es una escena tristemente cómica en la que la corona salta de un lugar a otro, cada vez con más frenesí. El poder se sustenta en el miedo y quiere tener al tiempo como aliado. Sin embargo, hay una esperanza, siempre y cuando exista una chispa, una iniciativa por recordar, para no dejar que la memoria perezca.

Esta propuesta está trabajada desde la creación colectiva, una técnica que ha hecho escuela dentro del Teatro Ensayo, uno de los grupos emblemáticos de la escena ecuatoriana. En el presente espectáculo intervienen Margarita Puente, Giovanna Brito, José Ignacio Donoso, Carlos Guamán. El proyecto de iluminación es de Gualberto Quintana y Santiago Segovia. Para esta temporada el grupo contó con el apoyo de la coreógrafa alemana Petra Ploog.

La obra se presenta de jueves a domingo, a las 19:00. La entrada general es de USD 5 y 3.

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