Una obra sobre la búsqueda personal

La ‘Ilustre desconocida’, inspirada en ‘El cuento de la isla desconocida’ de José Saramago, se apodera de la ficción, y un acto de voluntaria esquizofrenia invade al personaje, lo asume, se transforma en uno, en todos; trastoca espacios y navega a su manera.

La historia tiene lugar en un planeta que “fue escupido hace 4 500 millones de años por una estrella enana: la Tierra”.

En algún lugar del planeta, en un castillo vivía un rey junto con Rosa, la mujer de la limpieza. El rey, egoísta y egocentrista pasaba sus horas sentado en la ‘puerta de los obsequios’.

Rosa limpiaba el castillo y atendía ‘la puerta de las peticiones’. Detrás de la puerta había un hombre que, con insistencia, pedía un barco para salir a navegar en busca de la isla desconocida.

Mientras tanto, Rosa soñaba y soñaba con abrir una puerta y salir de la realidad en la que vivía, pues no congeniaba con el rey al que solo le gustaba ser obsequiado.Rosa pensó “gustar debe ser la mejor forma de tener. Tener deber ser la peor manera de gustar.”

Una noche agarró un libro antes de ir a dormir. En su sueño, tomó una decisión. Abrió ‘la puerta de las decisiones’ y se marchó.

Dejó el imperio del rey para enfilarse en un viaje en barco con rumbo desconocido. “Las puertas que yo quería ya fueron abiertas, y porque de hoy en adelante solo limpiaré barcos”.

El hombre del barco y Rosa planearon el viaje y entraron en el dilema de conseguir una tripulación, para dirigirse, con rumbo incierto, a un lugar que no conocían y que tal vez no existe de la manera en que lo esperan.

En ese periplo lo que ciertamente ocurre es que miran a su interior y se dan cuenta lo que realmente son y lo que desean.

Itzel Cuevas, la actriz mexicana, hace un monólogo en el que interpreta a todos los personajes.

En sus papeles, la actriz hace gala de elevar un grado la insensatez de ese hombre que se atreve frente al rey para que le respalde en una descabezada aventura.

Una obra en la que transporta y convierte al público en tripulación encantada y con ella enfila por un sendero de ironía, dramatismo y ternura.

Cuevas, actriz de grandes posibilidades que se apodera de la escena con inmensa seguridad, su cuerpo se modifica, su voz adquiere la textura necesaria y el espacio también muta de acuerdo con el momento dramático.

Itzel ha decidido salir del anonimato y convertirse en una ilustre desconocida, seguro que logrará convencer al rey y sus devotos.

‘La ilustre desconocida’ se arma entre el sueño y la realidad que componen el universo femenino de su protagonista.

Un monólogo en el que se mezclan música, bailes, risas, sueños, anhelos y descubrimientos.

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